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El desastre del Burning Man 

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Andrea Bouzas
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El Burning Man se ha convertido en un festival equivalente del famoso Coachella, pero de arte y performance: sus elevados precios únicamente permiten escuchar en directo a los artistas más reputados de este género a quienes puedan asumirlo. Asistentes, por cierto, que ya no solo buscan disfrutar de una semana (del 27 de agosto al 4 de septiembre, en esta ocasión) de música, sino que también tratan de mostrar cómo es la experiencia que ofrece el festival a través de las redes sociales. Pues bien, parece que en esta ocasión la élite que acudió a esta última edición no ha podido disfrutar de una experiencia demasiado “instagrameable”. El desierto de Black Rock (Nevada, EE.UU.), lugar donde se celebra el Burning Man, quedó completamente anegado por una fuerte tormenta, haciendo que los últimos días del evento se resumiesen en barro, falta de recursos y decenas de miles de asistentes sin posibilidad de abandonar el recinto.

Uno de los últimos y más exclusivos festivales de este verano, el Burning Man, ya forma parte del grupo de festivales que este año se han convertido en un completo caos. Es más, podríamos decir que encabeza este listado: el desierto de Black Rock (Nevada) no solamente se ha convertido en un gran barrizal del que sus más de 70000 asistentes no han podido salir hasta un día después, sino que, además, una persona perdía la vida dentro de sus inmediaciones.  

Tras 8 días de música, diversión y fiesta sin ningún tipo de complicación, llegaba lo peor: las lluvias torrenciales que han afectado principalmente al estado de Nevada convertían al desierto en una especie de tierras movedizas. El Burning Man quedaba, por supuesto, cancelado; pero el problema iba mucho más allá. El barro hacía imposible que ninguno de los asistentes pudiese abandonar el lugar sin que sus vehículos quedasen atascados, haciendo que los festivaleros quedasen atrapados en las inmediaciones. Y, por si fuese poco, añadir también la falta de recursos (los asistentes han tenido que racionalizar los alimentos) y de servicios esenciales como el acceso a los aseos, llenos de residuos.  

Ante esta situación, los organizadores del Burning Man han creado una guía de supervivencia, a través de la que también se han ido informando de cada una de las novedades sobre el desastre causado por las lluvias. El pasado lunes desde el festival daban por fin luz verde a los asistentes para poder abandonar el recinto, lo que ha generado un problema más: colas kilométricas para poder salir.  

Un ejemplo más, después del desastre del Medusa del año pasado, de que las condiciones climatológicas pueden arruinar por completo un festival. ¿Conseguiremos en los próximos años hacer por fin frente a este tipo de situaciones, que ponen en peligro tanto la seguridad de los asistentes como la imagen del festival, de forma ejemplar y evitando nuevos desastres en el sector?  

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