Junta todos los ingredientes en un bol (menos los del relleno) y mézclalos con ganas hasta que la masa esté bien unida y sin grumos.

Dale un descanso a la masa: 25 minutos para relajarse (es como su spa, la clave para que esté bien homogénea).

Divide la masa en dos partes, ¡como buenos amigos! Estíralas con un rodillo hasta que queden bien planitas.

Prepara una bandeja en plan VIP: un poco de aceite y harina para que nada se pegue. Coloca una de las masas extendidas como si fuera la alfombra roja.

¡Hora del relleno! Ponle lo que más te guste: pollo, carne, atún, bacalao… lo que te inspire el día, al punto de sal. Luego, tapa todo con la otra masa estirada.

Sella los bordes como si estuvieras cerrando un regalo especial, ¡que no se escape nada, que esta masa es muy astuta!

Pincha la empanada con un tenedor (suave, no te pases) para que pueda «respirar».

Consejo nivel pro: hazle un agujerito en el centro. Cuando lleve un rato en el horno, mira si ha salido jugo por el agujero y úsalo para darle un toque brillante pintándo la masa. ¡La empanada también quiere su momento de glamour!

Métela al horno 50 minutos a 180 °C y prepárate para el olor espectacular que va a inundar tu cocina.

¡Y voilà! Una empanadiña de lujo que te hará quedar como un chefiño de primera.