Primero ponte buena música, de esa que te eleva a otro nivel, y… ¡manos a la masa! 

Pica el jamón ibérico en taquitos muy pequeños.  

Pon la mantequilla en una sartén a fuego medio. Cuando se funda, añade la harina, remueve y agrega la mitad del jamón, para que este quede envuelto en esa masa celestial. 

Añade la leche a chorritos, muy despacio, dejando que la masa la vaya absorbiendo antes de añadir más. De esta manera, nunca nos saldrán grumos. Una bechamel del Olimpo no puede tener grumos. 

Mientras, cuece los huevos, pélalos y pícalos muy finos.  

Conforme la bechamel va espesando, y una vez añadida ya toda la leche, suma un pellizco de sal, el resto del jamón y el huevo duro picado. Sabrás que la pasta está lista cuando toda la sartén se llene de burbujas y al removerla haga un ruidito con la sartén, formando caminos al pasar la cuchara, son los caminos que te están conectando con los dioses. 

Saca la bechamel y déjala enfriar en una fuente cubierta con film transparente de cocina para que no haga costra.  

Cuando la pasta está bien fría, forma las croquetas, envuélvelas en huevo batido y pan rallado. 

Fríe las croquetas en aceite muy caliente, en tandas de cuatro o cinco unidades. Así conseguimos que no se nos abran y lleguen con un aspecto bien apetecible a la mesa. 

¡Buen provecho!