Primero bate los huevos con ritmo, después añade el azúcar, el aceite y remueve.  Seguidamente, añade la ralladura de limón, la levadura y el anís, únicamente en la receta, este no es para ti.

Añade la harina que pida la mezcla, hasta que la masa no esté pegajosa. Es decir, ¡que la puedas manejar para hacer la rosquilla y no te hagas un guante!

Deja reposar la masa 1 hora a temperatura ambiente.

Moldea la masa en forma de aros. Puedes humedecerte las manos con algo de aceite y espolvorear harina en el mármol para hacerlo cómodamente en una superficie.

Ha llegado el momento… ¡a freír! Puedes hacerlo en una freidora o sartén, pero con abundante aceite, de oliva o girasol, a tu gusto. Sobre todo, que no toquen el fondo de la sartén o freidora porque se pasan de bronceado.

Déjalas broncearse en el aceite (hasta el color que tú desearías tener) por los dos lados. Poner en una fuente con papel de cocina para que empape el aceite sobrante y espolvorear con azúcar. Dales un extra de sabor espolvoreándolas con canela, también.