Presencia sutil, impacto real: la nueva generación de asistentes virtuales

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De las bandejas de entrada al canal que nunca dejamos de mirar
A diferencia de las apps que requieren descargas o los correos que quedan enterrados entre decenas de promociones, estos asistentes virtuales llegan al único lugar que todos revisamos a diario: las conversaciones de WhatsApp. Allí no solo informan, sino que acompañan: preguntan por intereses, resuelven dudas, sugieren actividades e incluso ayudan a vivir mejor el evento en tiempo real.
Más impacto emocional, menos barreras tecnológicas
Lo interesante no es solo el canal, sino el efecto: una relación más directa, menos burocrática, más cercana. Los asistentes no necesitan aprender a usar nuevas plataformas ni recordar contraseñas: simplemente conversan, como lo harían con un compañero de equipo. Para los organizadores, esto abre puertas a datos en tiempo real, mejoras en la experiencia y una personalización mucho más afinada.
Imagina esto: una persona llega a un congreso y recibe, justo al entrar, un mensaje que dice: “Bienvenida, Ana. Tu primera sesión empieza en 10 minutos en la sala B. ¿Quieres que te enviemos el mapa del recinto?”. Durante la jornada, el asistente le recuerda los cafés-networking que encajan con sus intereses y, al finalizar, le agradece su participación con un resumen personalizado de los momentos clave.
Hacer sentir acompañado antes, durante y después del evento
Lo que proponen estos asistentes no es solo una automatización de mensajes, sino una filosofía: estar ahí para el participante en cada momento clave. Antes del evento, resolviendo preguntas. Durante, guiando por la programación y las oportunidades del día. Después, recogiendo impresiones, agradeciendo, creando comunidad.
Repensar la relación organizador-asistente
Incorporar un asistente virtual no es solo cuestión de tecnología. Es un cambio de enfoque: pasar de ver al público como un receptor pasivo a tratarlo como un interlocutor activo, al que podemos cuidar y acompañar sin saturar. Y ahí es donde el sector MICE tiene una oportunidad enorme para innovar: no solo creando experiencias memorables en el recinto, sino también en los pequeños gestos digitales que rodean y potencian esos momentos.









