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Las raves: espacios para expresarse, sentir, desarrollarse y.…también bailar

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Las raves berlinesas son un fenómeno cultural emblemático que trasciende la simple fiesta para convertirse en una experiencia artística, social y casi espiritual. El techno es el género predominante, aunque también hay espacio para el house, el trance, el industrial o el ambient. El sonido es oscuro, hipnótico y profundo, pensado para inducir un estado de trance colectivo. Su éxito se basa en varias claves, pero todas atienden a su autenticidad y a su capacidad de ser un espacio seguro. A continuación, repasamos sus características y qué podemos aprender de este fenómeno que sigue enamorando a generaciones.

Los espacios, la verdadera estrella de la escena 

En las raves nada es casualidad, en su origen la música techno (venida de Detroit) supuso el soundtrack ideal para la nueva era que surgía tras la caída del muro en Berlín. El techno fue el catalizador de unión de las sociedades más underground de la RFA (República Federal Alemana) y la RDA (República Democrática Alemana), construyendo una nueva escena sobre las ruinas de lo que fue la separación. En este momento, en la ciudad se disponían varios espacios vacíos que conformaban un catálogo de venues para ver crecer el movimiento: la bóveda de una antigua agencia de viajes, una estación de transformadores y una fábrica de jabón decomisada. Un movimiento en el cual los edificios mismos, antes que los DJs, se convirtieron en estrellas. Hoy en día, aun contando con la posibilidad de ocupar otros espacios, las raves suelen celebrarse en antiguas fábricas, búnkeres, almacenes o clubs con estética cruda e industrial. La arquitectura contribuye al ambiente raw y clandestino. 

Los ravers mantienen la esencia, no buscan la comodidad por encima de la autenticidad, lo cual confiere un respeto especial a la creación del movimiento y, sobre todo, a sus valores. En eventos, ten presente las razones por las que tu comunidad se vinculó al evento, especialmente en eventos culturales como festivales; la vinculación emocional que aportan los recuerdos y la nostalgia creadas en el espacio hace que cualquier modificación de lo que se considera “emblemático” pueda hacerte perder la pureza del evento. 

¿Cómo entrar? 

En el nacimiento del movimiento, los ravers tenían las ganas de comerse el mundo tras la situación que habían vivido, tenían las reivindicaciones, los valores, la unión, incluso los espacios; pero les faltaba el dinero. En lo que a moda se refiere, este complemento suele favorecer la creación de nuevas tendencias, sin embargo la música siempre ha hecho trabajar a las máquinas de coser. Múltiples estilos han surgido de las escenas musicales urbanas y han saltado a las pasarelas: el grunge del rock alternativo, el streetwear del rap, etc. Así surge la moda techno, de la energía de jóvenes que intentaban destacar con sus looks. En esencia, este estilo resulta de la mezcla de piezas básicas con prendas más extravagantes, siempre apostando por una paleta de colores básica y, sobre todo, por el negro. Una vestimenta libre, pero con un sesgo hacia lo oscuro, alternativo, fetichista o minimalista, un estilo que expresa identidad, individualidad y rebeldía. 

Según el portal VICE, “El uniforme rave de los 90 consistía en un ejercicio de pensar en cómo estar lo más desnudo posible sin dejar de estar vestido” pero, lejos de una indumentaria sexualizada, este estilo buscaba lo contrario, experimentar con el propio cuerpo sin que este sea sexualizado. Una forma de desarrollar un espacio seguro dentro de un mundo que cubría el cuerpo desde la culpabilidad y la vergüenza. 

En los eventos, muchas veces podemos caer en el clasismo o la diferenciación, he aquí el doble filo del dress code. Sin embargo, un dress code pensado de una manera tan orgánica y natural que puede convertirse incluso en el emblema de una subcultura merece ser mantenido. Observa a tu comunidad y apoya sus emblemas, los festivales crean espacios en los que sentirte parte de un grupo y la comunidad crea fidelidad. El hecho de que tus asistentes sean reconocibles incluso antes de llegar al recinto es una gran victoria. 

Comunidad efímera pero sólida 

Aunque temporales, las raves construyen una fuerte sensación de pertenencia. Se fomenta una ética del cuidado colectivo: consentimiento, apoyo mutuo, respeto del espacio común. Esta comunidad trasciende la fiesta: hay redes sociales y políticas que se forman y se mantienen fuera del club. Este sentimiento pude chocar a la hora de entrar a un club, sobre todo cuando se habla del famoso sistema de selección (por ejemplo, en Berghain) donde se valora la actitud, autenticidad y respeto por la escena más que la apariencia física. Sin embargo, no se trata de elitismo clásico, sino de proteger la experiencia colectiva. Muchas raves berlinesas son espacios queer-friendly o antirracistas, donde se promueve una cultura del consentimiento y respeto. No hay que seguir reglas estrictas, pero «encajar» en el ambiente suele ser clave para entrar a ciertos clubs. Si atendemos al contexto social en el que surge el movimiento, todo esto parece cobrar sentido y es que el origen de este tipo de encuentros nace como una necesidad de generar una identidad que se les había ido arrebatando, construir algo propio que preservar donde sentirse cuidado y aceptado.  

Rave Berlinesa

Si quieres crear una comunidad alrededor de tu evento, tienes que hacerlo desde la empatía, conocer bien sus necesidades y querer preservarlas. Trabajas con personas y que el evento suponga un espacio seguro para ellas garantizará tu éxito y el bienestar de quién acuda. Existen muchos ejemplos para hacerlo, una comunicación divulgativa en los derechos y deberes de tus asistentes, puntos violeta o vigilancia son maneras de hacer de tu evento un sitio al que querer volver. Incluso atendiendo a la política de no-fotos que ostentan muchos clubs, quizá es interesante proponer a tus asistentes un lugar en el que no exista el tiempo cíclico y corporal, donde lo importante es el ritmo, el cuerpo, el sudor, la conexión. riesgo de hacerse viral o de ser juzgado por personas que no conocen su contexto, ni su historia. Quizá frente al mundo del engagement, los filtros y las risas falsas sea revolucionario y trendy crear sitios dónde todo se quede en nuestras mentes. Si quieres inspirarte en cómo aplicar esta medida puedes ver como lo hizo El Baúl de las Piqué en una de sus pop-ups para MAC

Desbordamiento de lo cotidiano 

Según el antropólogo escocés Victor Turner, las raves funcionan como un espacio liminal: ni totalmente real ni ficticio, donde se suspenden las reglas y se permite el juego identitario. Una forma de crear un sitio en el que desarrollarte y explorar límites de una manera controlada y segura en la que se rompe la rutina y la línea del tiempo, explorando otras posibilidades del ser. En Berlín, las raves funcionan como rituales de paso del yo social al yo liberado. No hay horarios rígidos y se difuminan las categorías tradicionales: La gente puede estar vestida, desnuda, disfrazada o en estado de trance, las identidades de género y los roles sexuales se revierten, no se distingue entre día y noche, inicio o final.

Quizá pueda sonar un poco arriesgado, sin duda tienes que conocer a tu target y entender las razones por las que acuden a tu evento, pero prueba a crear espacios donde romper las normas, donde las convicciones sociales queden en segundo plano. Existen marcas que ya optan por integrar practicas disruptivas, aquí te traemos cuatro ejemplos

Dimensión sensorial y espiritual 

La dimensión sensorial de las raves es uno de sus componentes más potentes. En este tipo de eventos, especialmente en el contexto berlinés, los sentidos no solo se estimulan: se sobrecargan, se reprograman.  

La música (en especial el techno) es el núcleo de la fiesta. No es algo que se escucha: Se siente en el pecho, en los huesos, en la piel. El sonido, amplificado por sistemas de altavoces diseñados para provocar una experiencia física, trasciende lo auditivo: se convierte en un entorno táctil. En algunos clubes el diseño acústico y la arquitectura brutalista favorecen una sensación de reverberación total, donde el espacio entero resuena con el cuerpo. Además, la rave opera muchas veces en la oscuridad, o en luces muy tenues e intermitentes. Estrobos, láseres, humo, proyecciones abstractas: no hay una narrativa visual clara, sino un estímulo hipnótico, el famoso trance. El storytelling deja paso a las sensaciones puras y duras. Incluso la privación sensorial cuenta una historia, la falta de referencias visuales fijas contribuye a la pérdida de la noción del tiempo. Olores, tacto, gusto, los sentidos se ven envueltos hasta crear una sinestesia que lleva de nuevo al trance. En este caso la inmersión no se trata de gafas inteligentes ni mappings, sino del juego con los sentidos. 

Rave Berlinesa

En eventos, atrévete a explorar otras vías en torno a la inmersión. Establece objetivos claros y crea experiencias que jueguen con los sentidos de una manera novedosa. Si quieres inspirarte y crear nuevas maneras de interactuar con el mundo sensorial de tus asistentes, visita este artículo con ideas de experiencias inmersivas para tus eventos. 

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