Moxyland: cuando un hotel se convierte en parque de atracciones
Moxy Barcelona celebra su primer aniversario con una experiencia inmersiva y un concierto sorpresa de Rigoberta Bandini

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De hotel a playground: la creatividad como motor de marca
Bajo el concepto Moxyland, el hotel se convirtió en un auténtico playground para adultos, diseñado para estimular la curiosidad y la interacción.
Cada planta del edificio escondía una experiencia diferente: una caseta de feria, un casino, una consulta de tarot, un estudio de tatuajes (sí, con tatuajes reales) o una barra de piercings. A esto se sumaban espacios dedicados a la belleza y el autocuidado, con sesiones de maquillaje y peluquería, y una zona artística donde varios creadores realizaban obras en directo.
En la terraza Bonavista, la atmósfera se transformó en una feria visual y sensorial, con juegos clásicos, cócteles tematizados y un staff sobre patines que aportaba dinamismo y diversión a cada rincón. Incluso se creó un espacio inmersivo lleno de pelotas gigantes, pensado para dejarse llevar por la experiencia más lúdica del evento.
Una producción que no solo sorprendió por su creatividad, sino también por la forma en que utilizó cada rincón del hotel como escenario narrativo, convirtiendo lo cotidiano en un recorrido emocional.
Una fiesta con alma de festival
El recorrido culminaba en el rooftop, donde se reunieron más de 300 invitados, entre ellos Carlos Peguer, Jonan Wiergo o Marcos Franz, para disfrutar de la parte más festiva del evento.
Y cuando parecía que la noche había alcanzado su punto álgido… boom: el secret show de Rigoberta Bandini. La artista ofreció un concierto privado lleno de energía y complicidad, seguido de un DJ set a cargo de Martina O’Clock, Arnau Obiols, Gerard Estadella y el propio Luc Loren.
La combinación de música en directo, performance y participación convirtió la velada en un mini-festival urbano, dentro de un hotel que, por unas horas, dejó de comportarse como tal.
Moxyland: una estrategia de marca que se vive
Más allá del espectáculo, Moxyland evidenció cómo las activaciones experienciales pueden convertirse en una poderosa herramienta de comunicación. No fue solo una fiesta bien producida: fue una forma de vivir la identidad de Moxy desde dentro.
El aniversario funcionó como un ejercicio de coherencia y atrevimiento: una marca que no se define por palabras, sino por cómo hace sentir a su comunidad.
En un momento en que la diferenciación en hospitality pasa por la emoción y la vivencia, Moxy Barcelona apostó por el juego, la creatividad y la interacción como motor de engagement.
Porque quizá el verdadero lujo hoy no esté en lo exclusivo, sino en lo que se recuerda.


















