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6 claves para facilitarte la toma de decisiones

6 claves para facilitarte la toma de decisiones

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Organizar un evento implica tomar un sinfín de decisiones, desde su fase de preparación (guion, decoración, gastronomía, invitaciones, presupuesto, gestión del equipo y un larguísimo etc.). Pero esta exigencia se vuelve absolutamente frenética cuando se acerca el día D. Hablamos literalmente de miles de decisiones, algunas triviales y otras que pueden destruir tu evento. Así que queremos ayudarte a entender mejor las claves de este complejo proceso mental. ¿Cuándo debo tomar una decisión pausada o cuándo fiarme de mi instinto? ¿Es mejor que la tome rápidamente o que lo piense con calma?

Vivir es decidir y estamos tan acostumbrados a tomar decisiones inconscientemente que no damos importancia a la complejidad de este proceso mental. La toma de decisiones es una función ejecutiva superior de nuestro cerebro, es decir que se realiza mediante el control voluntario de pensamientos y acciones. Este proceso esencial nos permite resolver situaciones, adaptarnos al medio y sobrevivir. Son funciones que requieren un gran esfuerzo mental y muchos subprocesos, poniendo en acción muchas partes de nuestro cerebro. Un poco de jerga neurológica para que entiendas cómo las decisiones combinan un sinfín de funciones mentales: las operaciones mentales para tomar decisiones se procesan en la parte ventromedial del neocórtex; la percepción y la emoción se gestionan en la ínsula; en la amígdala se almacenan los recuerdos emocionales (que nos hacen asociar una acción a ciertas emociones) y las estrategias para solucionar problemas se elaboran en los ganglios basales. Ves que buena parte del cerebro se pone en modo colaborativo para este proceso complejo.

Las decisiones por tanto no son procesos aislados, sino que dependen de otros factores como la motivación, la memoria, la percepción, la atención, las creencias o las emociones. Veamos unas claves que pueden facilitar este proceso.

Estamos más motivados para tomar una decisión cuando hacerlo genera una consecuencia deseable; por el contrario, si el resultado será desagradable estaremos tentados de aplazarla o no tomarla. Es por esto que seguramente te guste más decidir la temática y la decoración de tu evento, que organizar un tedioso plan de seguridad o de emergencia. ¿Claves? Piensa en cuánto, tomar tal decisión, facilitará el resto del proceso, la tranquilidad para el equipo, la imagen de profesionalidad que darás a tu cliente.

Tomamos las decisiones con más seguridad cuando sabemos que tendrán una repercusión real en la situación. Esto se relaciona con la autoestima, la sensación de autoeficacia y el locus de control interno. Por eso es tan importante tener claros los objetivos, el presupuesto y las líneas rojas del evento, que determinen qué decisiones son realizables o no. De otra manera nos cansaremos de estar planteando propuestas al aire. Piensa y comenta lo que pasará después de la decisión, qué harán otros miembros del equipo. Nadie quiere invertir tiempo en tomar una decisión que se queda en una estantería.

También intervienen las expectativas que tengamos respecto a las consecuencias de nuestra decisión, si suponen beneficios o pérdidas. En ocasiones, ante bloqueos mentales para decidir, podemos utilizar la técnica de la esperanza inversa, que se basa en preguntarse: ¿qué consecuencias tendría si NO elijo esta opción?

El estado emocional del sujeto influye a la hora de tomar la decisión. Una persona feliz tiende a sobreestimar los beneficios y a menospreciar los riesgos, por tanto, es más probable que los asuma. Una persona triste tiende a ser más cautelosa. Las personas enfadadas suelen tomar decisiones más impulsivas; el miedo puede llevar a la paralización. Haz un poco de autoanálisis de tu situación mental en el momento de la decisión. No dudes en pausar, en aplazar, en dar una vuelta a la manzana. Y, sobre todo, sé consciente que en pleno estallido emocional se toman peores decisiones, de ahí el repetido consejo “consúltalo con la almohada”.

Siempre es mejor trabajar en equipo. Cuando el análisis lo hace una persona, es más probable que esté influenciado por sus propios juicios. La objetividad no es más que la subjetividad consensuada, por tanto, la suma del análisis de varias personas estará más equilibrada. Y mejor aún si este equipo es multidisciplinar: cuantas más disciplinas abarque tu equipo, más diferencias de pensamiento habrá y por tanto menos riesgo de que todos caigan en las mismas trampas. Pero cuidado: acepta, abraza las opiniones contrarias, y no caigas por el efecto de rebaño.

¿No te aclaras? Prueba a reformular y simplificar la hipótesis que quieres validar o refutar. Parece una simpleza, pero para tu cerebro es más fácil tomar la decisión cuando más sencillo, racional y explícito sea el problema planteado, así también evitamos alteraciones en el análisis.

Nuestra amiga, la tecnología. La inteligencia artificial, el data mining y otros sistemas que permiten analizar la información de forma computacional, permiten buscar patrones y estadísticas y generar predicciones con probabilidades de las distintas situaciones y alternativas. Esos famosos algoritmos.

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