Adiós petardos, hola drones: la revolución silenciosa de San Juan

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Así fue el San Juan 2025 (versión evolucionada)
En Sitges, pioneros el año pasado en combinar tecnología y tradición, este 2025 repitieron fórmula: un poco de fuegos, pero también 300 drones sobrevolando la playa de la Fragata, dibujando olas, estrellas y mensajes veraniegos. Una experiencia sin sobresaltos, con menor impacto y un toque de innovación que no pasó desapercibido.
En Alicante, directamente hicieron borrón y dron nuevo: show 100% sin pirotecnia, sincronizado con música electrónica. El público flipó. Y no porque le estallara algo cerca del pie.
Segovia se puso conceptual. Dos pases diferentes con narrativas visuales: “Océanos” y “Viaje espacial”. Más de 200 drones iluminaron la noche desde la pradera de San Marcos. Y nadie echó en falta la traca final.
Castrillón, en Asturias, celebró su primera noche de drones en la playa. Un estreno tranquilo, bonito, que dejó al público boquiabierto… pero no aturdido.



Vale, suena bien. Pero ¿por qué cambiar?
No se trata de hacer las fiestas menos festivas, sino más conscientes. San Juan seguirá siendo una celebración de luz, pero ¿por qué no darle una vuelta cuando hay una opción que suma?
Los espectáculos de drones aportan algo que los petardos nunca podrán ofrecer: precisión, relato y respeto. Y no solo respeto por el medioambiente, sino también por las personas.
- No hacen ruido. Algo tan simple y tan necesario. Hay bebés que se despiertan llorando con cada explosión, mascotas que pasan la noche temblando, personas con autismo o hipersensibilidad auditiva para quienes San Juan puede ser un infierno. Los drones permiten disfrutar sin sobresaltos.
- No contaminan. No hay papeles quemados ni gases tóxicos flotando al amanecer. Un cielo limpio también puede ser un cielo festivo.
- No explotan. Y con eso evitamos accidentes, incendios, dedos de menos o contenedores de más.
- Pueden contar historias. No solo es mirar al cielo: es ver cómo una constelación cobra vida, cómo un mensaje aparece flotando, cómo un símbolo se forma al ritmo de una banda sonora. Es luz con intención. Narrativa aérea.
- Y sí, sorprenden. Porque todavía hay algo mágico en que la tecnología nos emocione. Y cuando está bien utilizada, lo consigue.
Y lo mejor: ya no son cosa de macroeventos. Por ejemplo, hace apenas una semana, en Nueva York, se proyectó sobre el skyline del Rockefeller Center un impresionante espectáculo de drones por el estreno de Jurassic World Rebirth. El dron recreó un dinosaurio gigante volando —un Quetzalcoatlus— que luego dejó paso al esqueleto del T. rex sobre el cielo urbano de Manhattan.
No queremos matar al fuego. Solo darle compañía
La pólvora tiene historia, tradición, emoción visceral. Lo entendemos. Pero también tiene humo, ruido y accidentes. Y aunque muchas fiestas logran construir relatos potentes con la pólvora como protagonista, los drones permiten explorar nuevas formas de contar historias en el cielo. Los drones no vienen a quitarle la fiesta a nadie. Vienen a elevarla. A darle sentido. A hacer que el cielo no solo explote… sino que comunique.
San Juan sin sustos. Eventos sin riesgos. Público sin tapones.
Puede que no todos los ayuntamientos se atrevan todavía. Puede que haya quien diga que “esto no es lo mismo sin la traca final”. Puede que los fans del petardo lo vean como una traición.
Pero también puede —y esto es importante— que estemos presenciando una evolución real de cómo celebramos. Y que los eventos del futuro no solo no hagan ruido… sino que nos dejen sin palabras.









