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Amazon transforma un pueblo medieval en escaparate experiencial

Amazon transforma un pueblo medieval en escaparate experiencial

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¿Puede una plataforma global como Amazon celebrar su mayor campaña comercial del año desde un pueblo medieval de 340 habitantes? Puede. ¿Y tiene sentido hacerlo desde una perspectiva de marca, de impacto local y de construcción de comunidad? También. Pedraza, en Segovia, se ha convertido en el inesperado epicentro del Prime Day 2025, demostrando que lo rural puede ser el mejor escaparate para una acción de marketing omnicanal, experiencial y muy humana.

Todo comenzó con una convocatoria pública. Amazon lanzó su concurso “Amazon busca pueblo”, en el que más de 180 municipios de toda España se postularon para acoger la ya tradicional Fiesta Prime Day. ¿El premio? Ser la sede de un evento que mezcla gastronomía, tecnología, comunidad y visibilidad comercial en una sola jornada. El elegido fue Pedraza, un municipio amurallado con historia, carácter y una de las plazas más cinematográficas del país. Un lugar que, durante un día, se llenó de cámaras, charangas, tenderetes y activaciones de marca en cada esquina.

El pregón y el pixel

La jornada empezó como mandan los cánones festivos: con un pregón. El alcalde, acompañado del jurado del concurso, dio la bienvenida a vecinos y visitantes. Pero lo que siguió no fue una verbena cualquiera: fue un despliegue cuidadosamente orquestado para entrelazar tradición y tecnología, comunidad y marca.

Hubo mercado con pymes que venden en Amazon, degustaciones con productos de Amazon Fresh, juegos populares y actividades para todos los públicos. Hasta Alexa tuvo su propio rincón interactivo. La arquitectura de la jornada combinó lo espontáneo con lo planificado, lo rural con lo digital. Y funcionó.

Cuando el espacio no solo acoge, sino cuenta

Desde el punto de vista MICE, la elección del venue es algo más que logística: es narrativa. Pedraza no fue un capricho ruralista. Fue una elección estratégica que aporta autenticidad, estética, accesibilidad mediática y una historia que contar. El entorno convirtió lo que podía haber sido un evento más en algo con alma.

El valor de este tipo de localizaciones está en su capacidad de amplificar mensajes. Cada foto tomada en la plaza, cada story desde las callejuelas empedradas, cada conversación con un tendero local… construyen un relato que va más allá del producto. El espacio habla por la marca. Y eso no se logra en cualquier lugar.

Tecnología en alpargatas

Uno de los aciertos del evento fue su capacidad de integrar tecnología sin desentonar con el entorno. Alexa, la inteligencia artificial de Amazon, se convirtió en anfitriona de experiencias inmersivas. Un photocall 360, juegos interactivos y un stand de personalización de productos convivían sin chirriar con los balcones de forja y las fachadas de piedra.

Esta mezcla entre lo digital y lo costumbrista no solo genera engagement: educa a nuevas audiencias sobre cómo la tecnología puede formar parte de la vida cotidiana sin perder humanidad. En contextos corporativos o congresuales, esta lección es clave: la innovación tiene que aterrizar, no sobrevolar.

Una fiesta que vende (sin parecer que vende)

¿Dónde está la trampa? No hay trampa. Solo una excelente estrategia de marketing experiencial: vender sin que se note que estás vendiendo. El evento sirvió para dar visibilidad a los productos de pequeñas y medianas empresas españolas que venden a través de Amazon, fomentar el uso de su supermercado online, y posicionar a la marca como aliada del territorio. Todo esto bajo la apariencia de una jornada festiva, con música en directo y una paella en la plaza.

Los resultados no se miden solo en ventas, sino en percepción, notoriedad, generación de contenidos y en la consolidación de una narrativa coherente con el propósito corporativo: ser global sin dejar de ser local.

Entre paella y Alexa, se escondía una estrategia

Detrás de esta fiesta de pueblo, hay más de una pista útil para quienes diseñan experiencias.

  • Rural no es sinónimo de pequeño: un entorno fuera del circuito habitual puede aportar visibilidad, autenticidad y diferenciación.
  • El venue como valor narrativo: no basta con que sea bonito o funcional, debe decir algo por sí mismo.
  • Lo local como motor de engagement: involucrar a la comunidad no solo genera buen ambiente, sino también credibilidad.
  • Experiencias híbridas bien pensadas: la tecnología no es un extra, es una aliada si se integra con sentido y propósito.

Al final, no se trataba de Pedraza. Se trataba de entender que el lugar, las personas y el contexto también son estrategia.

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