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Cinco claves para una comunicación y formación efectivas 

Cinco claves para una comunicación y formación efectivas 

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Andrea Bouzas
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En un mundo saturado de estímulos y pantallas, captar la atención del público se ha convertido en una batalla diaria para los organizadores de eventos. ¿Cómo lograr que un mensaje no solo se escuche, sino que impacte, emocione y transforme? Analizamos las claves de la comunicación junto con Antonio Casals, CEO de Sales Brain; y Raimond Torrents, socio fundador de Event Management Institute.

Comunicar es conectar, no informar 

Una comunicación efectiva no comienza con hablar, sino con comprender profundamente a quién va dirigido el mensaje. En lugar de limitarse a transmitir información, el verdadero reto está en conectar con quien escucha, identificar qué le motiva y construir un discurso claro y con propósito. Antonio lo resume al afirmar que “comunicar no es hablar, es hablar con propósito”. 

En este proceso, menos es más. El exceso de información puede saturar y desconectar, mientras que un mensaje bien enfocado puede transformar. Como destaca Casals, “formar es transformar. Si no hay cambio, no hay formación, y si no hay conexión emocional, no hay cambio”. Por eso, comunicar requiere mirar al otro, reducir el ruido y crear un impacto real. 

La emoción como herramienta estratégica de comunicación

Lograr impacto en un evento requiere más que una buena presentación: se necesita provocar emoción. Esta es la clave para generar atención, memoria y comportamiento, como explica Raimon: “En un evento solo tienes una oportunidad de generar atención, interés, recuerdo y comportamiento”. 

A veces, esa emoción se consigue con una idea arriesgada. Torrents recuerda cómo en una ocasión decidieron meter un elefante en una sala del Hotel Arts de Barcelona para relanzar una enciclopedia de fauna: “No hacía falta hablar tanto del producto, ya lo conocían, pero queríamos destacar la importancia del momento. Y funcionó”. 

Este tipo de elementos, conocidos en neuromarketing como props, también son clave para Antonio, quien subraya que “si están bien diseñados, generan una emoción ligada al mensaje. Y eso es lo que se recuerda”. 

El cerebro primario: el verdadero destinatario 

Los estímulos visuales, emocionales y tangibles no son solo recursos estéticos: son llaves para acceder al llamado cerebro primario. “Este cerebro no entiende de conceptos abstractos ni discursos racionales.  Si no lo activas, la persona desconecta por pura supervivencia”, explica Antonio. 

¿Qué debemos tener en cuenta para lograr una comunicación efectiva a la hora de llamar la atención del cerebro primario? Que el mensaje se centre en lo que motiva o preocupa a los interlocutores, que cuente con contrastes o elementos disruptivos que rompan la norma y que sea tangible, memorable, visual y emocional.  

El mismo mensaje, múltiples caminos 

¿Es posible comunicar un mismo mensaje de formas distintas para adaptarse a diferentes públicos? No solo es posible, es necesario. “Cuando comunicas el mismo mensaje de distintas formas, haces que el cerebro tenga varias fuentes de las que tirar para recordarlo”, afirma Raimond. Un aroma, una música, una dinámica grupal… todo suma. 

La clave está en diversificar el canal y el estímulo: visual, auditivo, kinestésico. “Puedes presentar un café hablando del aroma, del diseño del local, de estilos de vida… Así el mensaje llega desde distintos ángulos y se graba mejor en la memoria de cada asistente”, ejemplifica. 

La participación no es un extra, es el corazón del evento 

Recuerda: la participación es un elemento esencial para captar atención y fijar ideas. Y no hace falta complicarse con apps o tecnología: levantar la mano, debatir, hacer preguntas en directo o invitar al público a subir al escenario son más que suficiente para fomentar esa participación. 

La participación sube automáticamente el nivel de atención. Solo con que alguien levante el brazo, ya tienes un microdisruptor que hace que todo el mundo escuche”, explica Raimond. “No hay técnicas fijas: lo importante es que la gente se sienta protagonista”. 

Antonio refuerza la idea desde un enfoque neurocientífico: “El error es poner el contenido por encima de la atención. Si la audiencia no está enganchada, no memoriza. Y sin memoria, no hay impacto”. 

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