Cómo hackear el espacio: trucos creativos cuando el venue no da más de sí
¿Y el tamaño importa? Solo si no sabes qué hacer con él

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Piensa en vertical: si no hay espacio en horizontal, invéntalo hacia arriba
Techos bajos = limitaciones técnicas. Techos altos = oportunidad creativa. Si tienes algo de altura (aunque no sea brutal), exprímela. Instala elementos colgantes, estructuras modulares, pancartas con volumen, cortinas dinámicas o sistemas de proyección desde arriba que generen capas visuales.
Y si no hay altura… invéntala. Jugar con perspectivas y niveles (estructuras escalonadas, mobiliario a distintas alturas) puede dar sensación de profundidad y romper la monotonía.
Usa la luz como arquitecta
Cuando no puedes mover paredes, puedes moldear el espacio con luz. Luz que define zonas, que oculta techos bajos, que guía recorridos. Desde tiras LED para crear líneas visuales hasta proyecciones que cambian completamente la percepción de una pared sosa.
Bonus: la luz también ayuda a crear “momentos Instagram” incluso en salas feas. Y eso, para muchos clientes, vale oro.

El poder del zoning inteligente
En lugar de pelearte con lo que no tiene el venue, diseña para lo que sí puede ofrecer. Divide el espacio en zonas bien definidas (aunque sea con elementos ligeros) y crea diferentes ambientes: networking, contenido, relax, activaciones… Esto no solo te ayuda a que el evento se perciba como más grande, sino que dinamiza el flujo de asistentes y mejora la experiencia.
Truco: utiliza sonido, iluminación o materiales de suelo distintos para marcar zonas sin necesidad de levantar estructuras.

Pantallas al rescate (cuando el venue no te da fondo)
Un fondo de escenario cutre se arregla con una buena pantalla LED. O incluso con varias. No solo te permite proyectar el branding o contenido visual, sino que puedes crear efectos de profundidad, movimiento o ambientación brutal con creatividad digital.
¿Espacio limitado para montar decorados? El contenido audiovisual puede hacer todo el trabajo por ti.

El “evento cápsula”: menos metros, más emoción
Cuando el espacio es pequeño, la clave no está en hacer menos, sino en hacer más con menos. Diseña microexperiencias que dejen huella: un recorrido inmersivo, una instalación artística que sorprenda, un uso creativo del sonido o una activación inesperada en un rincón.

El plano trampa: cambia la circulación
Muchos espacios parecen pequeños porque la circulación no está optimizada. Si todos entran por la misma puerta, se atascan en el coffee y se quedan mirando al escenario… perderás el resto del venue.
Rediseña el recorrido. Haz que el público se mueva. Oblígalo (con cariño) a descubrir rincones, pasar por activaciones, rodear una instalación, explorar. Con eso, el espacio crece. Y la experiencia también.

Si no puedes cambiar el venue… cámbiale el uso
¿Una sala sin ventanas? Conviértela en un túnel inmersivo.
¿Un pasillo largo y anodino? Úsalo como galería de arte de marca.
¿Un sótano sin gracia? Conviértelo en una rave corporativa con música envolvente.
El truco está en dejar de pensar en el espacio como un problema y empezar a verlo como un lienzo en blanco. De verdad.
El límite no está en el venue, está en tu concepto
No hay espacios malos. Hay conceptos poco valientes. Y sí, hay limitaciones técnicas y presupuestarias que no se pueden ignorar, pero también hay soluciones, inspiración y proveedores que lo dan todo para que tu evento brille aunque lo montes en un sótano con gotelé.
Así que la próxima vez que mires un espacio y pienses “esto no da más de sí”… pregúntate: ¿de verdad no da más de sí? ¿O no le has sacado todavía todo el jugo?