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Diseño participativo: eventos construidos desde la audiencia

El evento empieza cuando preguntas “¿qué os interesa?”

Diseño participativo: eventos construidos desde la audiencia

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Durante años, el sector ha trabajado bajo una lógica casi industrial: se define un programa, se seleccionan ponentes, se marca un timing, y luego… se lanza al público. Pero algo está cambiando. O, mejor dicho: alguien está tomando el mando. Porque en muchos eventos, el guión ya no lo dicta (solo) el organizador. Lo escribe también el asistente. Bienvenidos a la era de los eventos cocreados.

Cuando el contenido sube desde abajo

No es nuevo, pero sí cada vez más necesario: dar voz a la audiencia no solo como gesto de participación, sino como parte esencial del diseño de contenidos. En lugar de decidir de antemano qué se va a decir, el organizador se convierte en facilitador de conversaciones relevantes que emergen de la propia comunidad.

¿Ejemplos? Las unconferences. Ese formato aparentemente caótico donde no hay ponentes cerrados, ni programa fijo, ni público pasivo. Todo se construye in situ: los temas, las sesiones, los grupos… Incluso quién lidera cada charla. Y sí, funcionan. No porque todo salga perfecto, sino porque lo que se genera es auténtico, fresco y contextual.

Es un enfoque que grandes empresas como Google han adoptado en sus eventos internos: espacios abiertos donde el contenido lo propone quien asiste, y donde las jerarquías desaparecen del escenario.

Open sessions: menos PowerPoint, más personas

En esta línea emergen también las open sessions o open mic formats, donde cualquier participante puede subir al escenario, proponer un tema, compartir un reto o lanzar una idea. Lejos de los formalismos, lo que surge es contenido horizontal, lleno de matices, contradicciones y, a menudo, soluciones inesperadas. TEDx ha sabido aplicar esta lógica en sesiones paralelas, permitiendo que la audiencia participe de forma directa en conversaciones inspiradoras.
En South Summit, algunas salas funcionan ya bajo dinámicas abiertas, donde el público no solo pregunta, sino que co-lidera la conversación. Y no es casualidad: es ahí donde nacen conexiones y respuestas que no estaban en el briefing.

Riesgos, sí. Pero también potencia

No, no es para todos los públicos. Este tipo de formatos requieren una comunidad conectada, un entorno seguro y, sobre todo, una moderación inteligente que sepa canalizar sin cortar alas. Y sí, hay riesgos: que no se participe, que los temas se dispersen, que la calidad del contenido sea irregular.

Pero a cambio, el evento gana algo muy difícil de generar desde una escaleta: implicación real. Porque cuando el contenido nace de los asistentes, no hay “desconexión digital” que valga. La gente escucha, responde, reacciona. Está dentro.

El profesional ya no quiere solo asistir. Quiere construir

El perfil del asistente MICE ha cambiado. Ya no le basta con sentarse a escuchar a un ponente con su micro de diadema. Ahora quiere preguntar, opinar, co-crear. Y los eventos que entienden esto no solo mejoran su engagement. Se convierten en plataformas vivas de aprendizaje colectivo.

Lo que hace años parecía una extravagancia hoy es casi una exigencia: diseñar eventos más abiertos, más horizontales, más líquidos. No todos tienen que ser una unconference. Pero sí deberíamos preguntarnos en cada edición: ¿Dónde está la voz de la audiencia en todo esto?

Porque a veces, el mejor contenido es el que no habías previsto

Tal vez sea incómodo soltar el control. Pero también es ahí donde se abren nuevas posibilidades. La audiencia no es el destino del evento. A veces, es el origen.


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