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El caso Rubiales… y los eventos

El caso Rubiales… y los eventos

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Eric Mottard
Un debate de toda la cadena de valor sobre el legado La empresa industrial IMEM organiza su propio congreso… y ayuda así a posicionar su región  Un ejemplo de estrategia completa de sostenibilidad en eventos: SAP
¿Iba a ser eventoplus el único medio del planeta que no hable del caso Rubiales? ¡Imposible! Pero ¿contarte lo mismo que todos los otros medios? ¡Imposible también! Así que, más que contarte lo que pasó y las posturas de todo Dios en este culebrón (¿qué? ¿hay una guerra en Ucrania?), analizamos aquí la única clave que (nos) importa: los aprendizajes para el profesional de eventos. Nunca perdamos una oportunidad de observar, aprender, entender este complejo mundo.

1. El poder de la imagen, una vez más

La falta de igualdad, de respeto a la mujer, las nociones de comportamiento machista o poco respetuoso… todas estas cosas se pueden materializar de mil maneras, en la vida cotidiana laboral, en las formas de hablar, de escuchar, de tratar a la otra persona. ¿Qué pasó aquí? ¿Un comentario? ¿Una decisión? No: simplemente fueron dos imágenes las que generaron la indignación. La del beso por supuesto… y la del presidente de la Federación cogiéndose los huevos en el palco en un partido de fútbol femenino (vuelve a leer esta frase, es fuerte: el gesto quizás más machista y vulgar que haya, en este contexto). Vemos una vez más que una imagen vale más que mil palabras, especialmente a la hora de desencadenar la indignación. Así que cuidado con las imágenes: aunque no sea el Mundial, siempre hay un fotógrafo en tu evento (cada persona tiene un smartphone) y no hay nada más viral y sencillo para provocar escándalo.

2. La fiebre del evento hace que pasen cosas difíciles de controlar

Esto no es para quitar responsabilidad al señor Rubiales que, como cuenta el resto de esta tribuna, parece evidentemente poco adecuado para presidir una entidad de tal proyección y responsabilidad moral como la RFEF (quizás por sus formas de trabajar… pero seguro por su evidente incapacidad de entender la sociedad y gestionar sensibilidades). Pero parece evidente que lo que ha pasado (el beso, y podríamos decir lo mismo de los huevos) ha sido fruto de la fiebre de la victoria, de este instante loco.  

La fiebre del directo y los estímulos del entusiasmo que se viven en eventos (en este caso la victoria, pero en una convención serán las copas de la noche o la energía de grupo en el teambuilding) hacen que el evento pueda ser un sitio en el cual algunos no se porten de la forma más razonable, cauta, responsable… El evento es un sitio donde puede subir la fiebre a la cabeza. Y es responsabilidad de cada uno controlarla… pero también es responsabilidad tuya como organizador saber que pueden pasar estas cosas, y quizás evitar situaciones de excesiva locura. La decisión de algunos eventos de tener protocolos antiacoso puede ser una de tus responsabilidades mañana.

3. Si pides disculpas, hazlo de verdad

Seguro que “la cagarás” en eventos (y en la vida), así que saber pedir disculpas es importante. Y difícil: el ser humano no suele ser bueno para pedir disculpas; le parecen una humillación, algo que le hará perder crédito. Y esta voluntad de matizar las disculpas (“pido perdón, aunque en el fondo no he hecho nada mal”) hace que muchas disculpas sean muy malas. Aun así, las de Rubiales quedarán entre las peores de la historia.

¿Por qué? 1. Aclara que la víctima “no ha tenido mala fe” poniéndola al mismo nivel que él. 2. Lamenta lo que “ha ocurrido” como si fuera algo neutro y no algo que ha creado él. 3. Sigue hablando (tras denunciar la idiotez de los comentarios) como si lo único que lamentara fuera esta percepción errónea de la gente más que lo que ha hecho. 5. Dice el famoso “no me queda otra que disculparme” (¡qué joya!).

Es imposible percibir en estas disculpas un ápice de remordimiento, cuando las disculpas tienen que transmitir exactamente esto, un mensaje del tipo: “la he cagado, lo siento mucho, soy yo el responsable, voy a asegurar que esto nunca vuelva a pasar… e idealmente esto me cuesta algo”. No atacar a nadie, no matizar, aceptar el 100% de la responsabilidad. Si alguien tiene que quitarte un poco de responsabilidad, no eres tú. Ahhh y, por cierto: si lo sientes de verdad, todo será más fácil, auténtico.

Este poder de pedir perdón se ve de forma humorística en esta joya de los Monty Python (nada que ver con eventos, solo me parece gracioso…).

4. El mundo ha cambiado y tienes que entenderlo

El mundo ha cambiado y si bien hace unos años ciertos comportamientos (machistas, homófobas, racistas…) se aceptaban, hemos pasado a una sociedad hiper sensible en estos temas. Algunos piensan que demasiado (“ya no podemos decir nada”), otros que, de forma correcta, corrigiendo siglos de malos tratos. En todo caso, no importa mucho lo que pensemos: tenemos que entender la sociedad, saber leerla y hablar con ella. Y creo que Rubiales no entiende el mundo en el cual vivimos. Solo un ejemplo: la idea de reducir esto a un debate sobre si el beso es consentido cuando eres el presidente es ridícula en 2023; entender que una persona en posición de poder no besa en la boca a alguien de su organización es sociología de primaria.

Así que, en tus eventos, tus comunicaciones, tu trabajo, nunca olvides que vivimos en el 2023, que el trato de la mujer (y de varias minorías) es un tema sagrado, que la acusación (incluso el linchamiento) llegan rápido. Y que, si haces algo mal al respecto, no escudes tu responsabilidad, asúmela, reconoce, aprende. Es lo mejor que puedas hacer.

O al final, pórtate bien, ¡simplemente!

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