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¡¡¡Estamos perdidos!!!

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¿Cómo organizar un evento con Triple Impacto? Así fue la Boyden World Conference 2023 de AIM Group Spain 10 ideas que nos dejan las agencias sobre este 2023 20 años después: el evento más movilizador del c de c
Ok quizás algún sacrificio por Halloween teníamos que hacer. Si es un momento del año en el cual toca dar miedo, es este. Así que más que sacar calabazas y esqueletos, hemos pensado en cosas mucho más terribles y temibles: qué puede afectar a nuestro sector. Verás que está claro, estamos jodidos, nuestro sector está a las puertas de un hundimiento cierto.

Compliance. Ya es casi imposible hacer un regalo de Navidad (muchas empresas los donan a una ONG o los comparten entre los empleados para quitar el efecto de ‘influencia’ que podría provocar el hecho de recibir una botella de vino), así que ¿cómo vamos a invitar a la gente a incentivos? Muchas grandes empresas han definido políticas por las que sus empleados no pueden ir a viajes y otros momentos frívolos como un torneo deportivo, y otras han definido políticas por las cuales dejan de invitar para que no haya sospecha de corrupción. Nadie quiere estar en los periódicos, todo el mundo está paranoico. Así que a medio plazo, el impacto en el mercado del incentivo, del patrocinio de eventos deportivos y culturales será terrible. Y moriremos. 

Hacienda. Si los niños temen al hombre lobo, los adultos temen a Hacienda. ¿Qué hay que tributar en un sector lleno de invitaciones a hoteles, a cenas, a momentos de trabajo pero que son agradables también? Aquí la ley dice que un viaje de incentivo tiene que tributar. Y las ansias financieras de nuestros estados podrían hacer que los incentivos, invitaciones a cualquier momento un poco agradable, tengan que tributar. Resultado: se dejará de invitar a gente (a regalos que les cuesta dinero en impuestos) y el evento de hospitality decaerá. Y moriremos. 

Farmaindustria. Vivimos desde hace casi 15 años una paranoia creciente en este campo. Cualquier tipo de frivolidad está prohibidísima, lo cual ha sido bueno para asegurar una respetabilidad recuperada de los congresos médicos. Pero ahora, con el concepto de “transferencias de valor”, los laboratorios tienen que informar públicamente de todos los médicos a los que invitan a congresos. Y queda la última amenaza: ¿y si los médicos tributaran por los congresos a los que están invitados? Al parecer la ley oficialmente dice que tienen que tributar pero por suerte, y por decencia, Hacienda no se ha atrevido a hacer tributar los médicos por la formación continua que el Estado no consigue pagar a sus empleados. En todo caso, espada de Damoclés aquí, sumado al hecho de que el ROI de invitar a médicos sigue incierto. Algunos laboratorios como Astra Zeneca han dejado de invitar a médicos a congresos. Los congresos perderán asistentes. Y moriremos. 

Lo virtual. OK no te haremos el truco de la feria virtual, que nos asustaba hace 15 años y que ha resultado tan inofensivo como Second Life… pero está claro que Oculus & co permiten vivir cosas con un realismo que los avatares de Second Life ni podían imaginar. La tecnología pronto permitirá poner sus Oculus, verse de forma muy muy realista (se añadirán elementos sensoriales más ricos con el tiempo) y la gente podrá quedarse en casa y vivir cualquier demo de producto, dialogar con gente como si estuvieran de verdad enfrente. La producción de eventos decaerá, ya no habrá catering ni hoteles, solo se venderán Oculus y producción audiovisual. Y moriremos. 

Los eventos desaparecen, tragados por la comunicación. OK, aquí no decimos que los eventos van a morir sino que se integran cada vez más en la comunicación y cabe pensar que esto no ha acabado. La presencia de agencias de comunicación en eventos se ha multiplicado: si hace una década pocas veían los eventos como mucho más que una fiesta muy táctica, muchas ahora se toman los eventos en serio, tienen departamentos para ello y proponen planes que integran desde online hasta eventos. Y pasa lo mismo en los clientes, muchos de los cuales integran cada vez más los eventos en su trabajo de comunicación. El resultado es que “el sector de eventos” dejará de existir como tal, sino que será una pata del mundo de la comunicación. Y moriremos. 

Los clientes despacharán briefings de eventos. Esto lo hemos visto en algunas grandes empresas: se externaliza toda la actividad de eventos y solo se queda en la empresa una persona para gestionar los briefings y selección de agencias de todos los eventos. ¿Problema? Se queda una única persona para gestionar 100 eventos al año, y esta persona no puede aportar mucho más valor que el de despachar briefings hechos corriendo, no puede formarse, no puede trabajar bien los eventos con sus agencias. Como consecuencia, los eventos serán cada vez más un commodity, un expediente más que una acción pensada de comunicación. No aportarán mucho valor, entrando en un círculo vicioso (eventos sin creatividad = eventos con poco impacto = las empresas dedican poco presupuesto a algo que les parece aportar poco valor = los eventos tienen menos creatividad aún) al final del cual, sin duda, moriremos. 

OK, todo esto está muy bien para asustarnos y para hacernos aportar siempre más valor. Pero si bien todos estos puntos son retos serios, el sector de eventos está mejor que nunca. Vuelvo de Zaragoza donde el congreso de la Sociedad Española de Cardiología (muy chulo, por cierto) ha tenido una de sus ediciones récord, y crecido comparado con el año pasado. El congreso bien hecho es un momento de formación y de relación imbatible. El face to face es más necesario que nunca en un mundo de hiper comunicación. El evento, incluso el incentivo, es una manera de hacer funcionar mejor las empresas, de crear relaciones que permiten trabajar mejor. Cualquier agencia os dirá que está a tope de eventos, y los clientes no dan abasto. Quizás no moriremos…

Tenemos que tener cuidado con las compliances, y dar sentido a nuestros eventos, hacer que sean más que momento frívolos (el concentivo probablemente está para quedarse), cuidar la creatividad de todos nuestros eventos, formar a los clientes y darles el tiempo y los recursos para trabajar bien, investigar para que el evento no sea poner 100 personas en una sala sino hacer vivir una experiencia que tenga sentido y aporte valor. El sector de eventos ha resistido a muchas cosas, se ha vuelto más fuerte en los últimos años. Pero va bien asustarse un poco. Esta noche, ¿Proyecto Blair Witch?

 

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