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Gijonomía: Vivir bien tiene su ciencia

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Este es el lema de la nueva campaña de Gijón y describe muy bien el carácter de su gente. Cuando vas por primera vez a un lugar desconocido siempre existe cierta expectación por cómo será, qué tipo de comida habrá, qué clima hará… pero una de las cosas que más pueden determinar si vas a volver a dicho lugar o no, son las personas que viven allí. Yo estoy convencida que volveré a Gijón, por su oferta gastronómica, por sus contrastes urbanos y rurales, por la calidad de la sidra, pero sobre todo por la conexión que establecí con su gente. Sin duda Gijón hace honor a una de las palabras más arraigadas a esta ciudad, paisanaje.  Luana Valls Contenido patrocinado por: Gijón Convention Bureau 

Una de las definiciones de paisanaje es: “la circunstancia de ser de un mismo país dos o más personas, y especie de vínculo que de ella procede”. Nunca había oído esta palabra y no entendía muy bien su significado, hasta que visité Gijón y comprendí que se refiera a una manera de tratar a la gente y de una manera de ser basada en la generosidad, la amabilidad y su pasión por acoger. Tampoco había estado nunca en Gijón y tras cuatro días recorriendo sus calles y relacionándome con sus habitantes puedo decirte que realmente se creó un vínculo especial forjado por las buenas compañías, el buen comer y como no, la buena sidra.

Se dice que la mejor manera de conocer un sitio es a través de sus habitantes. No es lo mismo ver que conocer una ciudad, sumergiéndote en su cultura y tradiciones de la mano de alguien local. Durante mi estadía en Gijón tuve el placer de conocer la ciudad a través de la mirada de la gente del lugar, de Carolina, Maite, Nacho, Pilar, Daniel, Reyes, Lorena y Toni, entre otros. A pesar de ser una ciudad de más de 270.000 habitantes sigue teniendo esa esencia de pueblo y si vas andando por la calle verás que la gente se saluda y se pregunta por sus cosas, e incluso puede llegar a introducirte en su conversación. Una de las experiencias que más disfruté durante mi estancia fue pasear por la parte antigua, Cimavilla, acompañada de Pilar Sánchez Vicente, escritora y gijonesa de pura cepa. A través de sus vivencias personales y de todo su conocimiento nos descubrió esta ciudad bimilenaria, desde las historias de personajes anónimos (como las mujeres que trabajaron durante años en la Tabacalera o las pescaderas a las que entrevistó para una de sus novelas) y otras de personajes más conocidos como Jovellanos o Rambal. Para que entiendas un poco más a qué me refiero cuando hablo del carácter de los gijonenses, te contaré que Carolina (una de nuestras anfitrionas y coordinadora del Convention Bureau) le comentó a Pilar que me gustan mucho las novelas policíacas y, una vez finalizada la visita tuvo el detalle de regalarme y dedicarme su libro ‘Operación Dracul’.

Gijón ha cambiado mucho con los años y se ha convertido en una ciudad de contrastes y el que más me sorprendió es la facilidad con la que puedes dejar el bullicio de la ciudad y el sonido del Cantábrico, para verte rodeado de prados verdes. Apenas quince minutos es lo que separa el centro de la ciudad de las afueras donde la gente se escapa los fines de semana para disfrutar del sol y de una buena sidra. Afortunadamente en nuestro itinerario había una parada en uno de los llagares más míticos de la zona, Casa Trabanco. Allí nos encontramos con Nacho, maestro sidrero, que nos enseñó uno de los lugares más singulares en los que he estado nunca, el Túnel. Hace años se inició el proyecto de una línea ferroviaria para unir Gijón con Pola de Siero, y pese a que se construyó nunca se llegó a utilizar; allí la familia Trabanco situó uno de sus llagares y hoy en día alberga más de 30 toneles de acero inoxidable y 12 de madera de roble. Como te digo es un espacio único que ha sabido conservar toda su esencia, pero con un aire actual, ideal para llevar a cabo un evento más distendido participando de una de sus tradiciones más antiguas, las espichas (si quieres saber más sobre ellas, no te pierdas el siguiente artículo). Pero más allá de que sea una localización a tener en cuenta para realizar eventos, me quedo con la pasión con la que nos hablaba Nacho cuando nos contaba el proceso de elaboración de la sidra (que evidentemente pude probar) o cuando tuvo la paciencia de enseñarme a escanciar sidra.

Podría escribirse un libro sobre la gente de Gijón, de hecho, como te comentaba su nueva campaña de promoción turística –Gijonomía– se basa precisamente en esto, en poner en valor “lugares, costumbres y especímenes gijonenses”, a los que yo tuve el placer de conocer. En una entrevista Ana González, la alcaldesa de Gijón, decía que la gente de la ciudad es la que la “ha hecho habitable y habitada” y añadía que es un lugar donde “siempre hay cabida para la gente”. Es una invitación sincera que te animo a aceptar porque aparte de ser una ciudad con todas las facilidades a la hora de organizar un evento (a nivel de venues, transporte, gastronomía…) es un lugar al que querrás volver.

Contenido patrocinado por: Gijón Convention Bureau 

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