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Hablamos con Juan Gómez Cornejo, uno de los mejores iluminadores de España 

Hablamos con Juan Gómez Cornejo, uno de los mejores iluminadores de España 

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Eric Mottard
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Dentro de los múltiples componentes de nuestro trabajo a los cuales tendríamos que dedicar más atención, cariño, tiempo, presupuesto, está sin duda la luz, una forma de embellecer, de orientar el ojo, de crear ambientes. Y dentro de esta disciplina, se sabe que el mundo del teatro lleva la iluminación al nivel de arte, menos espectacular que un concierto de Coldplay, pero con un cariño, una poesía, una finura que no se ven en muchos eventos. Finalmente, uno de los grandísimos nombres de este mundo de la iluminación es Juan Gómez Cornejo, reconocido con la Medalla de oro al mérito en las bellas artes 2023. Nos hemos sentado con él, compartido su pasión y entendido mejor una disciplina del mundo escénico a la cual, efectivamente, tendríamos que dedicar más atención. ¡Lee y disfruta!

La luz está para iluminar… y mucho más, pero su impacto es probablemente poco entendido. ¿Cómo resumirías el impacto de la luz, el impacto de tu trabajo?  

Creo que una de las partes más importantes del trabajo de un iluminador es colaborar a contar una historia. Puede ser una historia contada a través de la palabra en un texto dramático, a través del movimiento en una coreografía de danza, a través de la música en una ópera o en un concierto. La luz tiene la misión de visibilizar esas historias, envolviéndolas de un ambiente adecuado para que de una forma nítida y clara llegue al público. Para mí la luz, aparte de hacer un cuadro visualmente atractivo, tiene la propiedad de poder contar todos los aspectos estéticos y emocionales que acompañan esa historia. 

Entiendo que una dimensión en la cual la iluminación de teatro es especialmente buena es en matizar, en jugar con los niveles para llevar el ojo aquí o allá según las escenas. 

Digamos que el primer objetivo de la luz es que se vea, pero que se vea de una forma determinada. Cuando pones tu punto de vista en las diferentes acciones dramáticas, tienes que ir resolviendo qué es lo más importante a resaltar con la luz en cada momento. Cuando haces un diseño de iluminación, estás estimulando una visibilidad selectiva del espacio, de la escenografía, de los actores; dando o quitando importancia dependiendo del momento a determinados lugares del escenario para orientar la vista del público. Esto es muy importante además de cuidar todos los aspectos estéticos de la composición.  

Cuando leo tus declaraciones, veo un amor por la luz, su poesía, su expresión… 

Digamos que tienes que buscar un clima adecuado con la luz para que esa historia fluya, y eso pasa por la emoción. Ese clima hace que una escena llegue de forma impactante a tu corazón. La luz es un vehículo emocional, es una forma de contar la emoción de una historia, de un personaje; y el objetivo principal es que eso llegue al público. La luz es mi forma de expresión y no lo podría llevar a cabo sin tener una especial valoración de su importancia.

La luz es un vehículo emocional, una forma de contar la emoción de una historia, de un personaje 

¿El público es consciente de la importancia de la luz? Tengo la impresión de que el espectador se dice que tal escenografía es preciosa, pero es menos consciente de la luz; que su impacto es más sutil, ¿no?  

Creo que el público cada vez se va educando más. Ahora, en cuanto a analizar visualmente los espectáculos, es cierto que hay espectáculos que te llegan, pero que el público no es capaz de analizar el por qué. Una buena iluminación llega a todo el mundo; el hecho de que el espectador sea capaz de analizar por qué (si se debe a la luz, a la escenografía o al vestuario) es complicado. Todo debe de estar en armonía y de esa forma llega sin necesidad de resaltar una disciplina sobre la otra. El público no se puede imaginar que haya tanta gente implicada en el trabajo artístico, y menos en el trabajo técnico detrás de un escenario. Es un medio que se conoce poco y que cuando lo muestras, la gente se sorprende mucho. En la historia del teatro, la iluminación ha sido una de las disciplinas que se han incorporado más tarde. 

Iluminación de "Un monstruo viene a verrme"
Iluminación de «Un monstruo viene a verme»

¿El público tiene que ser conscientes de la luz o dejarse llevar sin darse cuenta? 

Lo importante es dejarte llevar, ¿no? Es como cuando entras en algún espacio inmersivo, en un museo, o edificios donde la luz interviene de una forma mágica porque entra por un ventanal y crea una situación especial: el público se deja invadir y eso es maravilloso. 

Un ingrediente que condicionará el trabajo con la luz es la escenografía. ¿El iluminador influye en el diseño de esta escenografía? ¿Hay que implicarle muy temprano en el proceso más que diseñar algo y pedirle después iluminarlo?  

Es esencial. Normalmente trabajas con un equipo artístico. En teatro u ópera, hay un iluminador, un escenógrafo, un diseñador de vestuario, un director, un músico… Entonces, cuando te hacen una propuesta dramática o una historia, es importante compartirla con este equipo artístico. El director pone las pautas para que todo el mundo tenga la misma línea de trabajo y luego se trata de relacionarte con ellos e ir viendo pros y contras, y buscar juntos lo que el director se está imaginando. Se tiene que hacer como un trabajo en equipo. 

¿Con qué ingredientes? ¿Qué armas trabajáis? 

La intensidad, el color y la calidad de la luz. No es lo mismo la luz dura que provoca el sol entrando por una ventana que la luz difusa de un día gris nublado, que tamiza y difumina él sol. Estas dos situaciones imprimen un carácter diferente a la luz. La dirección de la luz es también de vital importancia, dependiendo de dónde situemos las fuentes de luz nos darán diferentes volúmenes en los elementos y en las personas. La luz frontal, cenital, contraluz, de suelo etc., dan diferentes sensaciones a tener en cuenta para lo que queremos expresar. Un diseñador de iluminación tiene que poder controlar todas las propiedades de la luz: la dirección, la cantidad, la calidad, el color y luego la composición que hace con todo esto.  

Los ingredientes: la intensidad, el color, la calidad y la orientación de la luz 

¿Hay esta iluminación más discreta que acompaña una escenografía (la del teatro) y la iluminación espectacular, donde casi da la impresión de que cuantos más focos, mejor? 

Son dos mundos, y en ambos el cuidado es necesario. Pero es verdad que, si haces un festival de música tecno, piensas primero en el contenedor y en la espectacularidad que puede tener el escenario para provocar al público, antes que en el contenido que pueden ser los diferentes intérpretes. La imagen hacia el exterior, la instalación de luces, es espectáculo puro. Hay conciertos de rock donde eso está cuidadísimo, pero en otros en donde los tiempos de preparación son muy reducidos ves que la luz busca el solamente efecto sin el cuidado necesario para los intérpretes. 

Hay conciertos de rock donde “la luz busca el solamente efecto sin el cuidado necesario para los intérpretes”  

Vemos eventos donde parece que traer un trailer y bañar de luces un escenario es el objetivo. Y hay que reconocer que funciona, que impresiona…  

Por supuesto que impresiona y hay que valorarlo, pero puede pasar que si no obedece a un diseño más o menos pensado, a los 15 minutos ya lo has visto todo. Puede convertirse en una instalación de Navidad que, con todos mis respetos, si no están diseñadas a conciencia y pensando en el entorno se pueden convertir en un cúmulo de puntos luminosos que causan agotamiento. Es verdad que buscan otro efecto en el público. Hay instalaciones maravillosas que siempre se nota si han sido creadas por un artista.  

Uno de tus campos de batalla es la falta de soluciones de formación de iluminadores, y de forma más general, la falta de reconocimiento del valor de la luz. En muchos casos no tomamos, incluso en eventos, el tiempo de un buen trabajo de diseño de luces. 

Sí, ahí siempre estamos. Hay excepciones, pero siempre estamos luchando porque el arte de la luz requiere tiempo, calma, equipos y buenos materiales. Sí, me quejo de la falta de formación en torno a esto, porque en España de momento la carrera de iluminación no se puede estudiar y el 80% de la gente que nos dedicamos a esto somos autodidactas.  

En cuanto a la falta de reconocimiento, es cierto, pero avanzamos poco a poco y por fortuna cada vez hay más reconocimiento. No me puedo quejar porque me acaban de conceder la Medalla de oro al mérito en las bellas artes 2023, que da el Ministerio de Cultura a personalidades que han desarrollado una labor artística y social relevantes. Es la primera vez que se da a un iluminador; para mí es un orgullo personal, pero también una satisfacción para mi profesión y mis compañeros de la Asociación de Autores de Iluminación, de la que he sido presidente durante ocho años y a la que sigo perteneciendo. Hemos cumplido 25 años defendiendo este arte tan particular de la luz. 

¿No estamos viviendo un momento dulce para la luz, con cada vez más festivales de luces en Barcelona, en Madrid…? 

Sí, está subiendo la conciencia del poder de la luz. Cada vez hay más espectáculos de luces en España y festivales, que se agradecen, porque es una forma de sacar el arte de la luz a la calle, donde los niños pueden interactuar con las instalaciones. Y a nivel personal es un tema que estoy tocando cada vez más. En febrero del 2025 voy a volver a participar en el Umbra light festival de Vitoria Gasteiz y este año participe en Luz Madrid con una instalación Detener el tiempo, en el retiro de Madrid de la que estoy muy contento. 

iluminación eventos
Instalación en el Retiro Detener el tiempo 

Comentabas en una entrevista que te cuesta trabajar con LEDs… 

La LED es un elemento de luz que hay que asumir porque supone un cambio necesario en la sociedad, facilitando el ahorro energético. Soy de una generación que viene de la luz de incandescencia, donde si quieres cambiar la temperatura de un aparato, le metías una gelatina de color que filtraba la luz y la convertía en el color desead. Esto se está acabando o casi se está acabando del todo. Todas las instalaciones de los teatros se están convirtiendo a tecnología LED. La tecnología en torno a los LEDs avanza a velocidades vertiginosas y procuro ponerme al día pero reconozco que voy por detrás de las nuevas generaciones. Tengo un problema con los colores, hecho de menos los colores que yo usaba con la incandescencia, en ese aspecto a esta tecnología le falta avanzar un poco más y conseguir una gama más precisa y respetuosa con el color.  

¿Los eventos corporativos te parecen interesantes? ¿Merecen cariño para un iluminador como tú? 

Cualquier espectáculo o puesta en escena merecen mi atención y respeto como para tener en cuenta la luz. Es verdad que no hay la misma cultura entre los productores de estos eventos y los productores de espectáculos, pero curiosamente la inversión es mucho mayor en algunos casos. El evento corporativo requiere mucho cuidado y la gente sabe apreciar cuando una cosa está bien hecha. Durante años he estado en IFEMA haciendo trabajos corporativos en las diferentes ferias de la moda, salón del automóvil, joyería, antigüedades etc. si tú cuidabas la iluminación, la gente lo apreciaba y agradecía y el producto se mostraba mejor y lo hacía más atractivo. Pero es verdad que el sector corporativo no está habituado a manejar los mismos criterios que el mundo del espectáculo. Dices que necesitas tres días para prepararlo y un coste significativo, y no siempre es fácil; este mundo corre mucho. 

El evento corporativo requiere mucho cuidado y la gente sabe apreciar cuando una cosa está bien hecha  

Está la figura del diseñador de luces y la del técnico de luces. ¿A menudo en nuestro sector hay muchos diseños que hacen los técnicos? 

Sí, exacto. Son gente que tiene una práctica y un conocimiento estupendos, pero no les da tiempo a pensar lo que van a crear. Cuando haces las luces, tienes que pensar para qué sirve, qué vas a mostrar. Normalmente hay super pantallas de video leds y la convivencia con las pantallas es difícil y delicada, a veces están saturadas y son molestas para la vista de los espectadores, es muy importante estudiar y cuidar todos los aspectos. Hay muchos conocimientos necesarios para que la presentación del producto sea equilibrada, se vean bien los que van a participar, los que van a hablar, etc. Tiene que haber un estudio previo. Creo que estos aspectos en los eventos se cuidan menos y las empresas no valoran lo suficiente la importancia que tiene el trabajo de un diseñador y se lo acaban contratando a las empresas de servicio. A la hora de presupuestar, no suelen tener en cuenta el diseñador. Pero de cara a la imagen de una empresa, es importante, aparte de cumplir el objetivo de vender el producto o hablar de tal tema, que la imagen sea adecuada.  

La convivencia con las pantallas (LED) es difícil, a veces están saturadas y son molestas para la vista de los espectadores 

 

¿Cómo resumirías tu proceso de trabajo?  

Te cuentan una idea a desarrollar. Si es una obra de teatro, la lees; si es una ópera, la escuchas; si es un ballet, escuchas la música. Coges lo que tienes que iluminar y lees ese guion y lo haces tuyo. Luego esa historia la va a dirigir un director o directora. Él te cuenta su visión: ha elegido a un equipo artístico el escenógrafo, el vestuarista, diseñador de vestuario, el músico, el coreógrafo. Se establecen una serie de reuniones para elegir el camino estético que vamos a tomar.  

Tú, con todos estos datos, empiezas a hacer tus aportaciones con unas fuentes de inspiración. Si al director le gusta Goya, puedes basar el montaje en la pintura negra de Goya. Te documentas, buscas fuentes de inspiración (la pintura, la fotografía, etc.). Y con toda la información que te dan y el proyecto, empiezas a hacer tu elucubración sobre la luz. Esto puede pasar por trabajar con programas en 3D, como Wysiwyg o Vector Word, hacer renders, trabajar con tus maquetas… Empiezas a elaborar este proyecto y tratas de visualizarlo con el director para que las cosas que se te ocurren a ti, él también las vea. Esto puede ser a través de programas de tres dimensiones o renders, o simplemente con dibujos artísticos. Luego hay que ponerlo en pie en un teatro. Esto significa ver la producción, cómo podemos afrontarla, con el jefe de producción, entender los tiempos de montaje, los tiempos de ensayo y los equipos. 

Con todo esto, haces un listado de equipos, una previsión de gente que necesitas y un timing (para montar la luz, dirigirla, programarla, ver con los artistas, ensayar muchas veces). Un proyecto así puede llevar tiempo: Gypsy, el último musical que he hecho en colaboración con el diseñador Carlos Torrijos, ha sido en el teatro del Soho de Málaga, dirigido por Antonio Banderas, nos ha llevado casi un año de reuniones y elaboración del proyecto y dos meses, metidos en el teatro de montaje y ensayos, antes del estreno. 

Musical Gypsy dirigido por Antonio Banderas
Musical «Gypsy» dirigido por Antonio Banderas

Siempre nos preguntamos qué tiene el artista en la cabeza. ¿Tú visualizas perfectamente en tu cabeza antes de describirlo de otras formas? ¿Hace falta estar mentalmente en el público, pensar en el ojo de la persona que está en tal fila? 

Sí, hay que tener mucha empatía, ponerse en la piel del del público, de lo que va a ver… pero también es importante que tú quedes satisfecho. Es un equilibrio. No puedes decir “voy a pensar solo en el público”, o harás cosas muy comerciales, fáciles. No tienes que contar una historia, tienes que contar una historia visual, que a ti se te ha ocurrido, haces una propuesta para que el público la reciba de una manera determinada.  

Me gusta mucho este proceso de creación y ahora estoy tratando de acercarme al mundo de las instalaciones porque es algo más personal y todo depende de mí. Como ya he comentado en el último festival de LuzMadrid  2024, hice una intervención que se llamaba Detener el tiempo en el Retiro. Me propusieron hacer una intervención con luz el monumento de Alfonso XII. Seleccione doce minutos de músicas históricas que brotaban de mi cabeza e hice una intervención pensando que durante doce minutos el público contemplara ese monumento iluminado de forma especial y no fueran capaces de levantar la vista. Como dije el resultado creo que fue estupendo y yo quedé satisfecho de la propuesta. 

Hablabas de la intensidad de las pantallas de LED. Tenemos hoy medios técnicos infinitos. ¿Hay un riesgo de que la intensidad le gane al trabajo fino, de que nos cieguen los lúmenes?  

Puede ser. En el teatro, las pantallas las ponemos al 0,1% de luminosidad, estas pantallas están pensadas para el exterior, tienen una potencia espectacular, que ciega. Con la tecnología LED se pueden hacer cosas maravillosas, pero hay un riesgo de que nos dejemos llevar por el impacto, la luminosidad. Tenemos que ser muy cuidadosos con esto.  

Juan concluye diciéndonos: “Muchas gracias por esta entrevista y por dar visibilidad a los iluminadores e iluminadoras que desarrollan este arte con la luz tan desconocido”. Gracias a él. 

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