Lindt lleva a su equipo “Hasta la cima” en el Pirineo

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Del chocolate a la montaña
El briefing era claro: reforzar el posicionamiento de Lindt como marca premium, pero sin caer en lo de siempre. ¿La respuesta? Traducir los valores de esfuerzo, constancia y recompensa en una experiencia física, real, que se pudiera vivir en primera persona. Y qué mejor escenario que la montaña, donde no hay atajos: o subes, o no llegas.
Una experiencia diseñada como journey de marca
Lejos de plantear una actividad lúdica sin más, “Hasta la cima” se estructuró como un customer journey aplicado al evento. El recorrido incluía paradas con dinámicas de equipo vinculadas a los valores de la marca y “touchpoints” experienciales en los que Lindt aparecía integrado de manera orgánica.
El valor añadido: del claim al músculo
Lo que marcó la diferencia no fue el formato, sino el trasfondo. “Hasta la cima” consiguió convertir un claim abstracto —la búsqueda de la excelencia— en un reto físico y emocional. El mensaje no se transmitió en frases inspiradoras, sino en la propia experiencia de los asistentes: esfuerzo compartido, cansancio real y satisfacción auténtica al alcanzar la meta.
Ese trasvase del discurso de marca al cuerpo y la memoria es lo que le da al evento un valor estratégico: cuando los valores se experimentan, no hace falta explicarlos. Se recuerdan porque se han vivido.
Resultado: una metáfora que sigue viva
El impacto fue inmediato —engagement alto y una experiencia que los participantes calificaron de inolvidable—, pero lo más interesante está en lo que vino después. El concepto “Hasta la cima” se ha convertido en un relato corporativo reutilizable, útil para la comunicación interna y como referencia cultural dentro de la organización.
Y como broche, la cobertura audiovisual amplió el alcance del evento, permitiendo que la narrativa trascendiera mucho más allá de la jornada en la montaña.




















