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Los (muy valiosos) aprendizajes del concierto de Love of Lesbian

Los (muy valiosos) aprendizajes del concierto de Love of Lesbian

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Eric Mottard
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Ha sido EL evento de esta primavera, no solo por su tamaño (5.000 personas), no solo por su enorme impacto emocional y mediático (habrás visto fotos del público eufórico), sino sobre todo porque no ha sido un evento cualquiera sino un trabajo de investigación a gran escala, que nos ha traído un año después del inicio de esta pandemia, un conocimiento muy valioso, de hecho, único a nivel internacional, sobre los factores de contagio en eventos. Este evento ha sido el concierto de Love of Lesbian en Barcelona, y hemos tenido el gusto de organizar, en colaboración con el Barcelona Convention Bureau, un webinar con su promotor, el director del Cruilla Jordi Herreruela, y el director del BCB Christoph Tessmar. Te traemos unos aprendizajes de este experimento excepcional. Eric Mottard

Las claves de este evento. Son sencillas: todos los asistentes, por la mañana del concierto, se tenían que hacer un test de antígenos (negativo, claro) para poder asistir. Durante el concierto, sin distancia, tenían que llevar una mascarilla FFP2, además del hecho de que la ventilación en el Palau Sant Jordi se reforzó mucho. Como recuerda Jordi, los tests de antígenos son muy eficientes en detectar no tanto quién está infectado sino más precisamente, quién puede contagiar, algo más importante aún a la hora de organizar un evento masivo. Con estos protocolos, 5.000 personas pudieron disfrutar de un concierto “casi como los de antes”. No entramos aquí en la emoción, seguro que has visto testimonios, vídeos, imágenes que lo dicen todo. Veamos más bien los aprendizajes.

Un momento de investigación. No se trataba (solo) de un acto de reactivación: se trataba ante todo de un estudio científico imprescindible para entender el riesgo de contagio en eventos masivos, aportando un conocimiento que todavía no teníamos. Sorprende que un año después del inicio de la pandemia sigamos teniendo un conocimiento tan imperfecto de la transmisión…

Este tipo de evento con protocolo no solo no tiene impacto negativo sino un impacto positivo. “Cuando llegó la pandemia, empecé a ponerme en contacto con todas las administraciones (ciudad, comunidad autónoma, España) ofreciendo los festivales como espacios para testear modelos que permitan salir del confinamiento. Montar un festival es como crear una ciudad efímera, con todos sus servicios salvo que tenemos protocolos de control de accesos muy rigurosos. Me parecía que esto permitiría confinamientos selectivos en vez de uno total”, comentó Jordi. Se dio cuenta rápidamente que faltaba fiabilidad de los tests todavía, errores que en un evento grande serían. Pero en septiembre llegaron mejores tests, herramienta imperfecta para saber quién puede contagiar.

“Sobre esta base, trabajamos en esta idea de generar una burbuja sanitaria haciendo tests a todo el mundo y quitando la distancia. Se hizo una primera prueba en el Apolo (por el Primavera Sound), testeando 500 que asistieron al concierto y otras 500 que no asistieron, y los resultados fueron excepcionales. Sobre esta base propusimos escalar, con este concierto en el Palau Sant Jordi con 5.000 personas, en un concierto sectorizado en 3 grupos de 1,700 personas”, añade.

El resultado volvió a ser buenísimo: se detectaron seis positivos entre los 5.000, todos asintomáticos, incluyendo 4-5 “super contagiadores”. Los médicos estimaron que estas seis personas hubieran contagiado a 60-120 personas si no hubieran sido testeadas, con lo cual el concierto y este mecanismo evitó este número de contagiados.

Luego, tras 14 días, el sistema de salud público cuadró la base de datos de asistentes con los del sistema de salud. Había 6 positivos, 4 de los cuales saben que no lo han recibido en el concierto, mientras que los otros dos no sabían el origen de la enfermedad. Resultados excepcionales: no solo un concierto así es seguro sino que tiene un impacto es que facilita la prevención.

La metáfora de las cuatro capas. Jordi comenta la metáfora clarísima de un médico: “Es como si nos protegiéramos con capas de queso gruyere (con agujeros). La distancia física es una capa; la mascarilla es otra capa; una tercera es la ventilación y el aire libre. Y con este concierto, hemos sustituido la distancia física por el test de antígenos, y con estas tres capas vimos que es casi imposible que haya contagio. Ahora estamos pensando en quitar otra capa: que si el evento es al aire libre se pueda quitar los tests, o que con tests, se pueda quitar la mascarilla. La investigación seguirá… y la idea es tener un método que podrá ser útil para riesgos futuros”, añade.

Un conocimiento para el futuro. Los aprendizajes de este proyecto servirán para el futuro. “Las vacunas están yendo muy bien, pero hay nuevas variantes, el riesgo no se ha ido. La única cosa que nos garantiza poder volver a la actividad es seguir este tipo de procesos y tener un buen conocimiento de las claves de la seguridad sanitaria en eventos”.

Christoph Tessmar comenta el impacto de este experimento. “La repercusión internacional ha sido impresionante. Nos ha contactado mucha gente de revistas internacionales de MICE; ha posicionado Barcelona como ciudad puntera”. Transmite la imagen de una ciudad que ha hecho los deberes. “Tenemos a las puertas el MWC, que ha publicado todos sus protocolos, incluyendo tests cada 72 horas. Podemos hacer eventos con todos los protocolos que están definidos”.

Si preguntamos si podemos hacer algo, la respuesta será que no; tenemos que hacer propuestas de plan (no de normativa) de pruebas, un programa de investigación, del cual se sacarán conclusiones científicas que les ayudarán a definir normas.

No esperar las normas, sino definirlas. Este es quizás el mayor aprendizaje de este proyecto. Jordi comenta la necesidad de atreverse: “Es como cuando vas a ver a tu abogado: por defecto, dice que no puedes firmar tal o cual cosa. La forma natural que tiene salud e interior es proteger y por tanto restringir. Si preguntamos si podemos hacer algo, la respuesta será que no; tenemos que hacer propuestas de plan (no de normativa) de pruebas, un programa de investigación, del cual se sacarán conclusiones científicas que les ayudarán a definir normas. Con rigor, con acompañamiento médico / científico. Y un detalle: con financiación por el sector privado (todo el proceso costó 500.000 euros para el evento del Apolo, y este último costó 200.000 euros), por tanto una apuesta importante para una industria muy tocada.

Cultura de seguridad. Este sector del evento musical tiene muchos activos para ser responsable y creíble: ya ha definido después de los atentados de las Ramblas protocolos en colaboración con las fuerzas de seguridad. Hace años que Cruilla da una pulsera con chip, y nadie utiliza dinero; hay un centro de datos en tiempo real que simula la experiencia del público. “Es una industria hoy muy tecnificada, y por esto nociones de pasaporte sanitario nos serán más fáciles. La administración no había visto que los eventos pueden ser un aliado, pero lo son. Cuando veo que montan un hospital efímero pienso que son los organizadores de eventos quienes tendrían que montar esto. Sabemos montar estas cosas en poco tiempo, de forma segura y cuidando además a la gente”, dice Jordi.

(sigue después del video)

El MICE, tan seguro pero no reconocido. Christoph comentó que han hecho un evento (back to Events) en colaboración con la Cámara de comercio, donde se han hecho tests y reivindicado nuestro sector y trabajado para este reconocimiento y que no solo se mire cultura y deporte”, que ya tienen público, cuando el MICE en Cataluña todavía es muy complicado. “Falta conocimiento y reconocimiento del MICE”, comenta Christoph. De hecho es un sector que ni pide quitar la distancia, sino solo que se permita la realización de eventos profesionales.

Exportar esta actitud al MICE. Christoph estima que “tendríamos que ser más investigadores, pero tenemos sistemas de tracking perfectos. Hay congresos sin badges físicos; los temas de seguridad que trabajamos en grandes congresos son muy exigentes. Somos desconocidos como sector. Nos hemos reinventado con cada evento y el deber que nos pongo a todos es conseguir que el sector MICE sea reconocido como otros. Sin siquiera hablar de impacto económico, y de impacto en conocimiento en temas médicos también, tan importantes hoy”.

El valor del evento-test. Jordi hace un paralelismo con otro evento que no tuvo esta carga de investigación: “Se ha hecho un gran concierto en diciembre, el de Rafael, del cual hubo polémica. Se hizo muy bien, con muchas medidas de seguridad, pero al no haber seguimiento, no se han sacado conclusiones y esto ayudó a que hubiera controversia… cuando en el concierto de Barcelona, no hubo controversia por ser un momento de investigación”.

Los tests, excelente solución, pero difícil. “Los tests son demasiado complejos y caros. Tienes que identificar y dar el resultado de forma inequívoca, con lo cual es importante ser muy riguroso, con lo cual es demasiado complejo como para trasladar esto a cualquiera que quiera organizar un evento”, estima Jordi. “Pero se está trabajando en tests en farmacias, con identificación de la persona testeada, con lo cual podemos esperar que el organizador de eventos ya no tendrá que hacer tests”. Para este evento, el coste ha sido de unos 12 euros por persona.

La pedagogía que desarrollas para un evento así acaba permitiendo una sensibilización muy efectiva

Responsabilidad de los participantes… y educación útil para el resto de sus vidas. “La gente ha sido espectacularmente cívica y responsable. De hecho, la incidencia en los asistentes en las semanas posteriores al concierto ha sido de 130 por 100.000, cuando la población en general ha tenido una incidencia de 260. La pedagogía que desarrollas para un evento así acaba permitiendo una sensibilización muy efectiva. Y durante el concierto, la gente se portó especialmente bien”, comenta Jordi.

Otras pruebas. En Liverpool, se hizo un concierto al aire libre en el cual se quitó las mascarillas. Un evento en el cual se quitó una de las famosas “capas”. Y se hacen otros tests, en Sitges (de ocio nocturno) y Girona (restaurantes), y más… La investigación está en marcha. Y para este verano, se planifican eventos con distancia, al aire libre, pero también la investigación sigue y habrá tres festivales de gran formato, incluyendo el Cruilla, que se celebrará con 25.000 personas, y por tanto con sensaciones muy parecidas a las de antes, pero con tests cada día antes de entrar. Y dentro del recinto, no habrá distancia ni sectorización. Es una excepción, justificada por el hecho de que sigue la investigación, por ejemplo sobre el valor de tests de antígenos hechos 24, 48 o 72 horas antes (un dato que hoy no tenemos). Otra dimensión que se analizará es ver si la gente vacunada no necesita pasar por este proceso de tests.

¿Impacto en normativa? Los tests están allí pero en ningún caso se puede obligar al organizador a hacer tests. Tanto ISE como el MWC van a hacer tests. Se puede sensibilizar al cliente pero no obligar. “A nivel de normativa, se ha demostrado de sobras la responsabilidad de nuestro sector, y creo que ISE y el MWC permitirán ayudar a normalizar los eventos”, comenta Christoph.

¿El impacto internacional? Según Christoph, ha tenido mucha repercusión. “Muestra que en Barcelona no estamos quietos y nos movemos. Tenemos ahora que ser valientes y responsables”. Ahora, toca que esta responsabilidad se vea en una reactivación efectiva.

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