Skip to content

Más que nunca, los eventos son auténticas plataformas políticas

Más que nunca, los eventos son auténticas plataformas políticas

Compartir noticia

3 min. de lectura

Escuchar

Eric Mottard
BCD nos cuenta qué será tendencia en 2026 en reuniones y eventos Compass Group comunica y motiva a directivos y clientes en Puy du Fou The Workout Group refuerza su posición con la integración de Premium Mixes
Quizás los que primero lo entendieron fueron los atletas americanos Tommie Smith y John Carlos, levantando el puño con un guante negro en defensa de los derechos civiles, durante el himno americano, en los JJOO de México 1968. Todos recordamos esta imagen, probablemente más que manifestaciones de miles y miles de personas. Y aquí está el poder de la protesta en un evento: una imagen vale más que 1000 personas manifestándose. Un evento como los Juegos concentra la atención mediática, y cualquier acontecimiento que impide el desarrollo esperado, capta la atención y hace ruido. Ya no se cuentan los ejemplos de acciones políticas en eventos culturales, deportivos, o empresariales. Sin entrar a valorar los acontecimientos de La Vuelta de España (nuestra buena guerra cultural vuelve a servirnos un cruce de acusaciones predecibles), cabe constatar que la política entra a los eventos. Sin duda, un elemento a tener en cuenta en tus próximos eventos.

¿Unos ejemplos rápidos?

El mejor sitio de manifestación. En la feria inmobiliaria The district en Barcelona, el año pasado, unos 200 activistas irrumpieron y se manifestaron a favor del derecho a la vivienda, provocando altercaciones con la policía… y presencia en muchos medios. Una presencia que, si 200 personas se manifiestaran en la ciudad, no conseguirían ni de lejos.

Los festivales se ven a veces como plataformas de mensajes políticos; por ejemplo este año, el mega festival de Coachella invitó al político Bernie Saunders. En general, muchos festivales y conciertos consideran que van más allá de la mera música, e incluyen humor, poesía, debates… y ahora política.

Quién está detrás de un evento cultural puede ser también un motivo de protesta política, como cuando más de 70 artistas exigieron al Sonar (que tiene entre sus accionistas el fondo KKR, activo en la financiación de asentamientos) un compromiso con los principios BDS (boicotear, desinvertir, sancionar) contra la política actual de Israel, con amenaza de dejar de participar en el evento.

Las protestas incendiarias pueden llegar también. El festival de Glastonbury suele tener contenidos políticos, y se ve como una plataforma de debates. Pero no es exento a la controversia, con este año varias bandas transmitiendo mensajes muy duros en referencia a Israel: Bob Vylan cantó “muerte al ejército israelí”, Kneecap se puso a cantar «F*** Keir Starmer», y un sinfín de artistas hicieron comentarios sobre Palestina, aunque generalmente menos ardientes que esto… Esto da relevancia social al evento, sin duda, pero también puede provocar escándalo y afectar su imagen si los comentarios son demasiado agresivos.

El deporte es otro campo muy propicio, con por ejemplo este año la UEFA desplegando una banderola “dejad de matar a niños” (un mensaje muy extraño, como si en este mundo loco tuviéramos que recordar este mandamiento). Poco que ver con el futbol, pero una ocasión de aprovechar la atención mediática para transmitir un mensaje.

También en EEUU vimos durante Black Lives Matter atletas poniendo la rodilla en el suelo en muestra de protesta. Y obviamente el final de la Vuelta a España ilustra este poder del evento deportivo, como plataforma de protesta (y como plataforma, aquí también, de normalización de un país altamente controvertido estos días).

En Qatar, durante el Mundial de 2022, fueron los jugadores los que se comprometieron en una protesta claramente dirigida contra las políticas del propio destino anfitrión en relación a los derechos LGTBIQ+. La FIFA amenazó con sanciones deportivas a las selecciones que intentaran portar el brazalete de capitán con el lema «One Love», prohibido en Qatar. A pesar de la presión, el capitán de Inglaterra, Harry Kane, usó un brazalete alternativo que condenaba la discriminación, mientras que la selección alemana protestó tapándose la boca en señal de censura.

Resultado: los gobiernos prestan mucha atención a los eventos. Eurovision se ve como una muestra de la integración de Israel a Europa para algunos… o como un castigo posible ante los acontecimientos en Gaza para otros. ¿Eurovision es un concurso de música, algo que podríamos ver como absolutamente frívolo? No: las esferas más altas lo ven como una plataforma política.

Es una muestra de la importancia de los eventos, y sin duda, es un toque de atención: piensa en quién financia, expone, patrocina, y acude a tus eventos: estos eventos son la mejor plataforma para hacer ruido, un ruido que como organizador, no deseas. Hoy tu gestión de riesgos tiene que ir más allá de la previsión de lluvia y cancelaciones de vuelos.

¿Es legítimo? Esto da para un debate que va más allá de nuestra misión. Algunos pensarán que uno puede expresarse y aprovechar las plataformas que pueda (si protestas en la selva, nadie te escucha), otros pensarán que esto supone un atraco a un evento pensado para otro propósito, y afectar a gente no necesariamente responsable del problema que causa la protesta. Lee otra publicación para saber lo que es correcto.

Los eventos hoy tienen mucho poder, y un gran poder conlleva una gran responsabilidad (ahhh, Marvel, mi gurú de filosofía…).

Noticias relacionadas

Ver todas las noticias
Eventoplus