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A la industria del entretenimiento se le están quedando pequeñas las pantallas

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Cristina Munoz
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El mundo del entretenimiento no conoce fronteras, ni físicas ni intangibles, como Netflix nos demuestra prácticamente en cada una de sus premières, y hace unos días, en el mega festival de la Bienal de São Paulo (Brasil) Tudum (ya sabes, el icónico sonido que precede a sus series y películas) en el que ha llevado a la vida real la fascinación de algunos de sus títulos más aclamados para su numerosa fandom. Un enorme evento que no hace sombra a la pasada Velada del Año de Ibai Llanos, otro streamer que se ha lanzado con gran éxito a la arena de lo presencial.

Más de 3.500 metros cuadrados de extensión para experimentar en persona el universo Netflix fue lo que la ciudad brasileña de São Paulo puso a disposición de la plataforma para este megaevento. Aunque Tudum nació en 2020 en la misma ciudad se realizó de forma virtual desde entonces hasta el evento de este año, que ha regresado donde todo empezó. “Tudum se apoya en lo que diferencia a Netflix: nuestro fandom [comunidad fan], la amplitud de nuestra programación y la naturaleza global de nuestras series y películas”, explicó Marian Lee, jefa de Marketing de Netflix, a El País. “Estamos encantados de traer de vuelta Tudum a donde todo empezó. Los fans brasileños están entre los mejores (y más ruidosos) del mundo y queríamos darles lo que nos han estado pidiendo”.

TUDUM 2023: A Global Fan Event. Cr. Photographer / Netflix © 2023

La idea del evento, (las miles de entradas gratuitas se agotaron en 24 horas) era dar la oportunidad a los fans de las múltiples ficciones experimentar presencialmente el universo Netflix a través de las diversas actividades que se realizaron en el Pabellón de La Bienal, como jugar al escondite inglés con la angustia del Juego del calamar, hasta poder ver y tocar a sus actores y actrices más icónico, mientras se sucedían los anuncios de los estrenos de los nuevos contenidos… Realidad en estado puro para más de 16.000 personas que acudieron al evento, además de las miles que lo siguieron por YouTube en todo el mundo.

Tudum ha sido solo la enorme materialización de un fenómeno que no para de crecer: la búsqueda de multiplicar la experiencia en eventos presenciales por parte de la industria del entretenimiento. Netflix ha sido un avanzado desde hace años llevando a la calle de múltiples, y siempre ingeniosas formas, sus estrenos, como la reciente fiesta ‘El baile de la Reina’, un evento puro siglo XVIII creado por la plataforma para vivir la experiencia Bridgerton fuera de las pantallas. Los fans de la serie británica pudieron formar parte del reparto y convertirse en espectadores reales de la tórrida historia de amor de Daphne y el Duque, disfrutaron de la interpretación dieciochesca de canciones actuales, aprendieron los bailes del siglo, y bebieron cócteles inspirados en la serie, en un espacio con recreaciones del set inmersivas y fotografiables.

Mientras, el pasado sábado, el rey de Twich, el streamer Ibai Llanos, reunió a 65.000 personas en La Velada del Año III, un evento de ocho horas de duración en el estadio Cívitas Metropolitano que siguieron 3,5 millones de personas online. Un evento enorme, que demostró una vez más la complejidad de la organización para los neófitos que gestionaron con dificultad varios problemas por el entusiasmo y la magnitud del mismo, como pudimos ver en persona. El streaming cayó durante aproximadamente una hora, tiempo tras el que finalmente consiguió reestablecerse por completo. Igualmente, La Velada terminó de forma abrupta con la finalización del último combate, sin que hubiese tiempo para entrevistar a los boxeadores ni para desvelar la sorpresa que se esperaba para dar punto final al evento. Hubo también quejas por el pésimo sonido en los asientos superiores, algunas actuaciones directamente se quedaron sin sonido, los accesos fueron caóticos con personas esperando hasta cuatro horas al sol, y hubo falta de entendimiento con las autoridades por lo que el metro cerró antes de lo supuestamente acordado… Un ejemplo doloroso de cómo de importante es valorar y echar mano de la profesionalidad de los organizadores de eventos.

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