¿Qué podemos aprender de los festivales más icónicos del panorama?

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Una granja sostenible en Glastonbury Festival
Famoso por su clima típicamente británico (barro y lluvia incluidos), Glastonbury mantiene una esencia bohemia, un espíritu muy british y un enfoque alternativo, a pesar de acoger grandes cabezas de cartel como Beyoncé, Radiohead o Coldplay.
Fundado en 1970 por Michael Eavis en su granja (Worthy Farm) en Somerset e inspirado por el movimiento hippie y el Festival de la Isla de Wight, Glastonbury comenzó como un evento gratuito y hoy reúne a más de 200.000 personas. Es un festival ecléctico con más de 100 escenarios, donde la música convive con el circo, el teatro, la política, la espiritualidad y el activismo.
Uno de sus principales valores es el compromiso con la sostenibilidad. Desde hace años, funciona íntegramente con energía limpia, utilizando paneles solares, baterías Tesla, turbinas eólicas y generadores de biodiésel. En 2025, más de 60 áreas del festival se alimentaron exclusivamente con energía solar e hidrógeno verde gracias a un piloto con Greenpeace.
También destacan sus políticas pioneras: desde 2019 está prohibido el plástico de un solo uso (botellas, cubiertos, vasos), se promueve el uso de puntos de recarga de agua gratuita y al comprar la entrada los asistentes firman un manifiesto ecológico comprometiéndose a no dejar basura y respetar flora y fauna, ya que la granja es una explotación lechera funcional el resto del año.
El arte en el punto de mira con Coachella
Coachella, tal como lo conocemos hoy, nació en 1999 en Indio (California). Desde entonces, se ha convertido en uno de los festivales más rentables y mediáticos del mundo. Se celebra en dos fines de semana consecutivos con el mismo cartel, y es mucho más que un evento musical: también es una pasarela de moda boho-chic, un escaparate cultural y una poderosa plataforma de comunicación.
Uno de sus mayores aciertos ha sido la transversalidad. Desde sus primeras ediciones apostó por el arte como parte integral de la experiencia, pero fue a partir de mediados de los 2000 cuando empezó a invertir de forma ambiciosa en instalaciones de gran escala junto a artistas contemporáneos, colectivos y estudios de arquitectura efímera.
Ejemplos destacados son Spectra (NEWSUBSTANCE), una torre cilíndrica de siete pisos con una rampa en espiral iluminada por paneles de colores, o The Playground (Office Kovacs), una instalación modular inspirada en una ciudad de juegos posmoderna. Hoy, muchas personas asisten tanto por la experiencia estética como por la música, y las obras se vuelven virales en redes como Instagram o TikTok.

El storytelling hecho evento: Tomorrowland
Fundado en 2005 por los hermanos Beers, Tomorrowland es uno de los festivales de música electrónica más icónicos, con ediciones en Brasil y EE.UU y, por supuesto, en Bélgica, su sede. Su sello distintivo es el storytelling, que impregna desde los escenarios hasta las performances, libros o cómics que expanden su universo narrativo.
Cada año gira en torno a una temática mágica que evoluciona como una saga. Los asistentes, conocidos como People of Tomorrow, reciben cada edición como un nuevo capítulo. En 2025, la historia se centró en Orbyz, una civilización que emerge al derretirse los hielos y revela cristales rojos cargados de energía vital.
Sin embargo, este año el escenario principal fue destruido por un incendio pocos días antes del evento. En menos de 48 horas, los organizadores diseñaron y montaron una nueva estructura que mantuviera la coherencia visual de Orbyz, gracias a la colaboración de Metallica, que aportó infraestructuras y personal técnico.
El principal aprendizaje de Tomorrowland es cómo un universo narrativo coherente y bien diseñado puede transformar la experiencia del público. Pero también nos deja una lección fundamental: la resiliencia. Desde los restos calcinados de su escenario, lograron rehacer la magia a tiempo para abrir el 18 de julio. The show must go on.
Primavera Sound, una plataforma para el legado
Nacido en 2001 en Poble Espanyol (Barcelona) como escaparate de bandas de noise españolas, Primavera Sound se trasladó en 2005 al Parc del Fòrum, frente al mar. Desde entonces ha combinado artistas consagrados con talento emergente, abarcando desde indie y rock hasta pop y electrónica underground.
En 2019 se convirtió en el primer gran festival con programación igualitaria de género bajo el lema The New Normal, política que ha mantenido. La edición de 2025, celebrada del 5 al 7 de junio, vendió todas sus entradas en enero (algo que no ocurría desde 2016) y reunió a 297.000 personas con más de 300 actuaciones, generando un impacto económico de más de 300 millones de euros para la ciudad.
A través del programa Primavera a la Ciutat, la música se expande a salas más íntimas durante la semana previa, conectando el centro urbano con el Parc del Fòrum y generando un impacto compartido con la escena local.
Primavera Sound impulsa la igualdad, el talento emergente y el desarrollo del sector a nivel local. Pero además, este año quiso ir más allá: creó una instalación inmersiva que replicaba el sonido de los bombardeos en Gaza, recordando que “en otras partes del mundo el sonido es el miedo”. Todas las ventas de merchandising se destinaron a Unsilence Gaza, en colaboración con la Palestinian Medical Relief Society.
Cada vez más eventos aprovechan su plataforma para sumar a causas sociales de distintas formas. Por ello, en la medida de lo posible, encuentra la manera de hacer mejor el mundo con tu evento.









