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Roadshows con sentido: diseñar experiencias itinerantes que dejen huella

Roadshows con sentido: diseñar experiencias itinerantes que dejen huella

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Parece que todo pasa en las grandes ciudades. Pero no siempre. Cada vez más marcas apuestan por salir de sus sedes, de las capitales o de los circuitos clásicos para conectar con su público de forma directa, local y experiencial. Ahí es donde entra el roadshow. Un formato con historia, sí, pero que sigue evolucionando y sorprendiendo. ¿La clave? Que no se limita a mover estructuras: mueve mensajes, emociones y conversaciones.

La marca que sale a buscar a su público

El roadshow marketing tiene un potencial enorme precisamente porque escapa del «uno a muchos» y se convierte en un «uno a uno, muchas veces». Es una herramienta poderosa para el lanzamiento de productos, campañas institucionales, formaciones o acciones B2B. Pero no todo vale: repetir la misma acción en diez ciudades sin ajustar narrativa, tono y activación es un error frecuente.
El road show funciona cuando se adapta al entorno y a las personas. Cuando es capaz de mantener una coherencia de marca y a la vez jugar con lo local. Cuando no solo se instala, sino que se integra. Y cuando entiende que cada parada es —potencialmente— una historia distinta. Por eso, al preguntarnos qué es un road show que realmente deja huella, la respuesta está en su capacidad para generar conexión genuina.

Road show ejemplos que han dejado huella

Spotify Equal Tour (2022): recorrió Madrid, Barcelona, Sevilla y Bilbao promoviendo la igualdad de género en la música. Además de conciertos, incorporó debates interactivos en cada ciudad y producciones en directo que generaron expectación en redes. Esta experiencia se convirtió en una auténtica road show advertising que logró visibilidad constante durante varias semanas y se consolidó como caso de éxito cultural.

LIDL Deluxe Roadshow – beon. Worldwide (2018): una gira experiencial para posicionar la gama de productos gourmet Deluxe de LIDL en época navideña. El proyecto, premiado en los Premios Eventoplus, llevó una experiencia multisensorial por varias ciudades con catas, showcookings, ambientación inmersiva y talleres creativos. Fue un ejemplo claro de cómo una marca de gran consumo puede construir deseo y sofisticación a pie de calle.

Experiencia INCIBE (2024): este road show de ciberseguridad llenó plazas como Madrid Río y Fuenlabrada con escape rooms móviles, juegos online gigantes y zonas informales para familias. Más que un evento serio, fue una invitación lúdica a aprender sobre seguridad digital. Con una cabina telefónica para consultas y actividades interactivas para niños, demostró que puede ser educativo y divertido al mismo tiempo.

Qué hace que un roadshow conecte de verdad

Más allá de la logística, lo que marca la diferencia es cómo se diseña la experiencia:

  1. Pensar el formato como una historia en capítulos. Cada parada debe sumar al relato. Cambiar detalles según el lugar, sí, pero mantener un hilo conductor reconocible.
  2. Incluir referentes locales. Ya sea en la producción, en el contenido o en el talento invitado. Esto mejora la acogida, multiplica la difusión orgánica y refuerza el vínculo con la comunidad.
  3. Ser generador de contenido. Los roadshows tienen un potencial brutal como máquinas de storytelling. Vídeos, entrevistas, mini cápsulas… cada parada es una pieza más para alimentar redes, medios y memoria de marca.

Una estructura flexible para un formato versátil

Los roadshows pueden adoptar formas muy distintas: desde un camión escenario hasta un container expositivo o una estructura pop-up que se monta en menos de dos horas. Lo interesante es cómo se conectan entre ellos, cómo se comunica cada parada y cómo se convierte en algo que va más allá del lugar.

Y aquí está la clave: el road show no es una suma de paradas, sino una experiencia continua. Un evento que se mueve, sí, pero que también construye comunidad, relato y recuerdo.

Porque a veces, para que te encuentren, hay que salir a buscar.

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