Sentir juntos para sentir más. La visión de Fluge Audiovisuales sobre las experiencias inmersivas colectivas

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El espectador no es un sujeto pasivo. Su percepción se ve moldeada por el entorno, por lo que escucha, por lo que ve, por lo que comparten y sienten otras personas a su alrededor. En este sentido, la experiencia grupal cobra un valor determinante. Cuando una emoción se vive en comunidad, se intensifica. ¿Qué papel juega la narrativa sensorial en la construcción de la emoción colectiva en espacios inmersivos? ¿Cómo puede la tecnología —realidad virtual, aumentada u holográfica— crear entornos donde la cooperación sea parte de la vivencia?


Desde el departamento de Nuevas Tecnologías e I+D, Fluge Audiovisuales se ha hecho estas y más preguntas y ha desarrollado propuestas que combinan tecnología y narrativas sensoriales para transformar eventos, ferias o espacios en universos memorables. Uno de sus ejes es la realidad virtual: experiencias cooperativas multijugador, como “Glotón” o “Mind the Gap”, donde el usuario se sumerge por completo en entornos diseñados para fomentar la interacción, la cooperación y la emoción compartida.
La realidad aumentada también forma parte de este lenguaje. La exposición “Los caminos del paraíso” del artista Enrique Jiménez Carrero incorporó esta tecnología para dotar de vida a sus cuadros, permitiendo a más de 30.000 visitantes interactuar con la obra desde una app desarrollada con Unity.


Otros proyectos trascienden los límites del arte y la tecnología, como la boda entre la artista Alicia Framis y Ailex, un holograma con inteligencia artificial desarrollada por Fluge. Desde el modelado del avatar hasta la integración de IA conversacional, esta instalación exploró nuevas formas de relación entre humanos y máquinas, provocando un debate mundial sobre afecto y tecnología.
Fluge también firma experiencias inmersivas sonoras y visuales como “Luz Cuenca”, un videomapping sobre la historia de la ciudad proyectado en el interior de la iglesia de San Miguel, o “Tim Burton, El Laberinto”, donde luz, sonido y proyección construyen un universo sensorial con más de 15 salas interactivas.
Todo este trabajo ilustra la visión de situar la tecnología al servicio del vínculo, la emoción y la memoria compartida. Porque si algo nos enseña la ciencia del evento es que no basta con captar la atención: hay que conectar con lo que somos. Y lo que somos, en el fondo, es una historia que cobra sentido cuando la vivimos juntos.










