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Ideas y consejos · París

Si Karl Lagerfeld hubiera sido organizador de eventos…

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Por Elena Lea El pasado martes el mundo de la moda despedía al modisto alemán Karl Lagerfeld. Además de revolucionar la alta costura y su icónica figura, desde nuestro sector nos quedamos con su apuesta por el poder de las grandes escenografías para ambientar sus desfiles de Chanel. En cada colección que se presentaba en el Grand Palais de París, el modisto echaba a volar su imaginación para recrear un mundo de fantasía que ambientaba la puesta en escena de las modelos y las prendas. Hacemos un recorrido por sus puestas en escena más llamativas para recordar su maestría en la ambientación de los espacios a la hora de envolver la experiencia del asistente.

Si Lagerfeld hubiera trabajado en el sector de los eventos no hubiera soportado los escenarios convencionales y los ponentes estáticos detrás de un atril o mesa de presidencia. La creatividad e innovación del modisto le hizo replantearse el formato habitual de modelos desfilando a lo largo de una pasarela para darle progresivamente la vuelta al concepto de desfile de moda. Apostó por transformar la pasarela en un espacio diáfano más allá la de la forma delgada y marcada por los recorridos lineales de las modelas para hacer a las maniquíes desfilar ocupando todo el espacio, dando vueltas o con trayectorias más circulares: haciéndoles bajar por escaleras, entrando y saliendo por puertas, etc.

 
@GettyImages

 

El impacto del brutalismo y las arquitecturas de gran tamaño. El modisto alemán tiró del poder de un logo como emblema de marca para lanzar la colección de primavera de 2005 inspirada en líneas deportivas. Una ambientación de pista deportiva que recordaba al parquet de palacio de deportes se coronó con la icónica doble C de la marca Chanel. De ahí siguieron desfiles en los que los corpóreos big-size presidían la puesta en escena: desde grandes botes del perfume Chanel Nº5, glaciares, estalagmitas en un planeta deshabitado o la mismísima reproducción de la Torre Eiffel.

 
@Gonzalo Fuentes / Reuters

 

El asistente forma parte del espectáculo. Lagerfeld entendió el concepto de experiencia inmersiva haciendo participar al invitado en el show de sus desfiles. Cuando convirtió el Grand Palais en una avenida parisina en al que las modelos desfilaban con pancartas simulando una manifestación, el público al desfile, de pie y al mismo nivel que las modelos se integraba generando la imagen de aceras abarrotadas de manifestantes. El mismo efecto inmersivo cuando se recreó la cabina de un Boeing y los 250 invitados se acomodaron en los asientos de pasajeros viendo cómo las modelos desfilaban por el pasillo del avión.

 
@Pascal LeSegretain / GettyImages

 

Arquitectura efímera que cobra vida para el evento. El modisto como director creativo de la marca concebía la puesta en escena de sus desfiles como un espectáculo donde la transformación de espacios era capaz de trasladar al asistente a lugares tan dispares como un bosque otoñal, la terminal de una aeropuerto, el ambiente decante de una teatro abandonado o un supermercado en el que las modelos desfilaban por sus pasillos empujando carritos de la compra.

 
@Michel Dufour / WireImage

 

Y, sobre todo, dominando el efecto ‘wow’. Como asistente imposible no quedarse con la boca abierta cuando se ve comenzar un desfile con el despegue de un cohete desde el centro del escenario. Y como reclamo de convocatoria y repercusión en medios parece imposible resistirse a ver cómo un desfile se lleva a una playa artificial de 80 metros en las que las modelos muestran la colección primavera-verano al borde la orilla, con agua y olas reales.

 
@Dominique Charriau /GettyImages

 

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