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Y tú… ¿sufres depresión posevento?

Y tú… ¿sufres depresión posevento?

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Contra todo pronóstico, terminar un intenso trabajo no es siempre tan positivo. El organizador de un evento está sometido durante el proceso de organización a altas dosis de estrés y pensaríamos que acabar esto sería una mezcla de alivio y alegría. Una vez termina la batalla, la relajación no es siempre tan fácil y el subidón puede llevar a un sentimiento de vacío cuando cae la adrenalina, generando un estado similar al de una dependencia adictiva. Más de un organizador ha experimentado alguna vez estos síntomas. Smara Iglesias, directora de Conference Studio (Cow Events Group Company) nos explica este mal menor: “hace muchos años que lo sufro, de broma entre los compañeros lo llamamos PED (Post Event Depression). Según termina el congreso, empiezas a sentirte sensible y de pronto, PED in process”. Así que no estás solo, ponte en el diván y sigue leyendo.

Según el Royal College of Psychiatrists, durante un evento estamos bajo estrés, nuestro cuerpo produce adrenalina, una hormona que le prepara para la acción. Cuando desaparece el estrés, el nivel de adrenalina debería volver a la normalidad, pero no siempre lo consigue y en algunos casos puede afectar a la persona con un comportamiento irritable, incapaz de relajarse o dormir bien. La explicación: el hipocampo es una parte del cerebro que procesa los recuerdos. Niveles altos de hormonas de estrés (adrenalina) pueden interferir en su funcionamiento.

¿Qué síntomas puedes tener?

La aparición de los síntomas puede producirse inmediatamente tras finalizar el evento o a partir de unos días. ¿Te suena?

Ansiedad. Es uno de los síntomas principales y una sensación habitual tras un periodo de gran estrés. La ansiedad ataca al sistema nervioso: palpitaciones, dificultad para respirar, irritabilidad, sensación de mal estar en general.

Efectos psicológicos. Inquietud, agobio, sensación de amenaza o peligro, ganas de huir, inseguridad, sensación de vacío, sensación de extrañeza o despersonalización, temor a perder el control, incertidumbre, dificultad para tomar decisiones, entre otros.

Incapacidad de recordar detalles. La mente se mantiene en un estado de despiste y se generan dificultades de atención, concentración y memoria, descuidos, preocupación, pensamientos distorsionados e importunos, incremento de las dudas y confusión.

Cambios de conducta. Se puede experimentar un estado de alerta e hipervigilancia, hiperactividad, bloqueos, torpeza o dificultad para actuar, impulsividad, dificultad para estarse quieto y dormir. Estos síntomas vienen acompañados de cambios en la expresividad corporal: posturas cerradas, rigidez, movimientos torpes de manos y brazos tensión de las mandíbulas, cambios en la voz, expresión facial de asombro, duda o crispación, etc.

Pérdida de interés y dificultad de seguir con las actividades de la vida cotidiana. Se genera un sentimiento de paralización y el afectado no consigue volver a su vida cotidiana.

Pero todo tiene solución: consejos para combatirla

Reorganizar. Tener una celebración de cierre, hacer las llamadas y reuniones de recapitulación. Reunir y analizar datos de eventos y tomar algunas notas o tal vez traducir las notas anteriores para que se puedan entender más tarde. También es importante fijar nuevos objetivos y disfrutar del proceso de preparación para el próximo evento.

Relajarse y recuperarse. Como organizadores, tendemos a considerarnos los últimos en conseguir esa paz. Hay que permitirse tiempo para descansar y recuperarse: hacer actividades como ponerse en contacto con la naturaleza, caminar, leer, hacer deporte, incluso unas vacaciones o unas sesiones de spa.

Prémiate. ¡Lo hiciste! Debes de recompensarte y quererte, repetirte a ti mismo que lo has conseguido y que ahora es tu momento de disfrutar.

Reconectar con los tuyos. La familia y amigos son el mejor antídoto para volver a tocar tierra con la realidad. A menos que estén en eventos, la familia y amigos no consiguen entender por qué existe esa bajada emocional y física tras el estrés que parecía provocarle la organización del evento. Hablar con ellos y compartir los pensamientos ayudará a crear vínculos emocionales y sentirse entendido.

Redescubrirse a sí mismo. Pensar en las cosas que solías disfrutar antes de comenzar con la planificación y organización del próximo evento, y ¡vuelve a hacerlo!

 

 

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