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Cómo se coló en los Juegos Olímpicos de 2024: hablamos con el infiltrado más buscado del sector eventos

Cómo se coló en los Juegos Olímpicos de 2024: hablamos con el infiltrado más buscado del sector

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No lo hace por likes, ni para presumir. Tampoco para ahorrarse una entrada. Lo suyo no es un acto de protesta ni una performance. Scofield —seudónimo inspirado en el protagonista de Prison Break, un maestro del acceso imposible— ha convertido el infiltrarse en eventos ultraexclusivos en una forma de vida. Una filosofía. Un desafío. Un arte. Su historial incluye eventos deportivos de élite, fiestas privadas con estrellas del pop, galas corporativas blindadas y zonas VIP que nunca estuvieron pensadas para él. Y aun así, allí ha estado. No por casualidad. Por convicción.

París, el inicio del morbo

Su primera infiltración fue en un desfile de moda en París. Las entradas estaban agotadas. No se podían comprar. “No se podía acceder, daba igual el dinero que tuvieras” , recuerda. Solo accedían quienes estaban invitados.

“Quería vivir qué se sentía al estar en un sitio donde no puedes acceder pagando. El morbo fue brutal. Me dio una euforia que no había sentido nunca”.

A partir de ahí, su vida se llenó de conciertos, eventos deportivos, corporativos, culturales… lugares donde no basta con querer estar.

“No es cuestión de colarse por la cara. Es una mezcla entre observación, preparación y actitud”.

Preparación: herramientas, falsificaciones y seguridad mental

Scofield no improvisa. Analiza el evento, identifica los puntos débiles, estudia qué llevan los insiders, cómo visten, qué dicen. Pero también se fija en algo fundamental: la naturaleza puntual e irrepetible de estos eventos, que es, según él, lo que los hace vulnerables.

“En una discoteca, por ejemplo,  es mucho más difícil colarse, porque siempre están los mismos porteros, conocen a todo el personal, saben quién eres. En cambio, en un evento de un solo día, hay muchísima rotación. Contratan a cientos de personas nuevas, muchas no saben ni cómo funciona todo, y nadie quiere líos. Ahí es donde entra el juego”.

Entre sus herramientas clave: la Colop e-mark, una impresora portátil con la que puede generar pulseras personalizadas en casa. También el Flipper Zero, un pequeño dispositivo que antes permitía clonar tarjetas, leer chips NFC o emular señales de acceso.

“Esto, hace dos años, era la hostia”, confiesa. “Ahora ya se ha quedado un poco obsoleto, pero en su momento me abrió muchas puertas. Literalmente”.

Completa su kit con plastificadoras, papeles con hologramas, lanyards personalizados y vinilos de corte rápido, comprados en Amazon. Pero lo más potente, repite, es la mentalidad con la que entras:

“Si tú tuvieras un all access real, no irías preguntando cómo pasar. Te preguntarían a ti”

Juegos Olímpicos de París: con el presidente

Una de sus hazañas más impactantes ocurrió en los Juegos Olímpicos de París 2024, donde logró colarse en la ceremonia de apertura y estuvo en la misma zona que el presidente de Francia.

Durante el evento, la ciudad estaba dividida en zonas, y para acceder a la zona 1 —la más restringida y controlada por el ejército— se requería una acreditación oficial. Scofield falsificó facturas de agua, luz y gas de un supuesto piso cerca del Louvre y las envió a la embajada, simulando que vivía allí. Días después, recibió por correo la acreditación militar oficial para circular por esa área.

“Cuando me llegó, supe que era posible. Y entré. Estuve rodeado de autoridades, deportistas y políticos. Nadie sospechó”.

McDonald’s, Dua Lipa y el evento invisible

En 2023 se celebró un evento ultra privado de McDonald’s, reservado únicamente a franquiciados. Nada de prensa. Nada de fotos. La velada culminaba con un concierto privado de Dua Lipa. Scofield se infiltró sin invitación y vivió la experiencia de principio a fin.

“Era uno de esos eventos donde ni pagando puedes estar. Entré con una acreditación falsa, pero la clave fue la actitud. Me comporté como si trabajara para la marca. Y funcionó”.

Coldplay y el valor de estar donde nadie más puede

También estuvo en un concierto de Coldplay. Pero no como público. Ni siquiera en primera fila. Estuvo en el escenario.

“No es que se vea mejor desde ahí. Es que nadie lo vive así. La experiencia no es visual, es emocional. Estar donde nadie más puede estar, aunque solo sea por unos minutos, ya lo cambia todo”.

Fórmula 1: Montecarlo, sin acreditación, a pelo

En el Gran Premio de Mónaco, logró llegar hasta los boxes de los equipos sin ningún tipo de pase.

“Fui con lo puesto. Esquivando seguratas, caminando con decisión. Si uno me paraba, me movía hacia otro. Si me preguntaban, me indignaba. Y funcionó”.

“De 50 seguratas que ves, 45 te paran. Pero si sabes leer a los otros cinco, entras. Y una vez dentro, actúas como si fueras parte del evento”.

Convicción, no actuación

A diferencia de lo que muchos piensan, no se prepara como un actor. Se lo cree de verdad.

“No tengo doble personalidad. No juego a ser otro. Simplemente, me lo creo. Si he ido a un sitio, es porque tenía un sentido para mí. Porque me lo he ganado a mi manera”.

No busca pruebas ni medallas. Evita publicar en redes, ni siquiera se hace fotos.

“Llevo más de un año sin subir ni una historia. A veces ni me hago fotos. No lo hago para que lo vean otros. Lo hago porque lo quiero vivir yo”.

Desfiles, celebridades y networking

Los desfiles de moda en París se han convertido para él en una mina de experiencias y contactos.

“Ahí he coincidido con las Kardashians, J Balvin, Maluma… Pero nadie te mira raro. Nadie pide fotos. Porque si estás ahí, es porque eres alguien. Te tratan como a un igual”.

Lejos de ser un fan infiltrado, Scofield ha sabido aprovechar estos eventos para generar networking real con artistas, creativos, inversores.

. “En algunos casos han salido proyectos. Pero lo más potente es la naturalidad con la que todo fluye, porque la gente cree que tú también formas parte de ese círculo”.

La última ventana antes del cierre

Scofield es muy consciente de que su ventana de oportunidad se está cerrando. La tecnología ya está cambiando las reglas del juego.

“Los eventos más exclusivos están empezando a usar accesos con chips NFC, blockchain, pulseras que no se pueden replicar… Se están blindando. Ya no se puede falsificar tan fácilmente”.

Lo tiene claro:

“estamos viviendo los últimos años en los que aún es posible colarse”. Y por eso no quiere perder ni un solo intento.

Encuentros con la policía (y salir ileso)

En todo este recorrido, no todo ha sido éxito. A veces lo han pillado. Y no lo oculta.

“Me ha parado la Guardia Civil en un evento en Sevilla. También la policía italiana, y varias veces en París, cuando iba a 10 o 12 eventos por semana durante los desfiles. En algunos casos, te identifican, te sacan fuera… pero saben que no hay mucho más que hacer”.

No lo considera una tragedia.

“No estás robando. No estás haciendo daño. Si te pillan, te vas. Pero la mayoría de veces, no te pillan”.

Una filosofía: experiencias no comprables

Lo que lo mueve no es la fama, ni el dinero, ni el “haber estado ahí”. Es algo más profundo: vivir experiencias que no se compran con dinero.

“Hace 20 años, viajar era algo extraordinario. Ahora todo el mundo va a Bali como quien se va a la costa. Hay experiencias que han perdido su magia. Yo busco las que siguen siendo únicas. Las que no se venden”.

Próximos retos: maratones imposibles, Balón de Oro, Cannes y Met Gala

Este año está intentando completar el Abbott World Marathon Majors – Six Star Finisher, el reto que consiste en correr las seis maratones más prestigiosas del mundo: Tokio, Boston, Londres, Berlín, Chicago y Nueva York. Pero con una diferencia brutal: lo está haciendo sin estar inscrito oficialmente en ninguna.

Ya ha completado varias y utiliza un Apple Watch para registrar su recorrido. Ha iniciado contacto con el programa Guinness para que lo certifiquen como la primera persona que lo consigue así: infiltrándose, sin dorsal, como parte de su filosofía.

En su lista de deseos también figuran otros iconos inaccesibles: el Balón de Oro, el Festival de Cannes y, sobre todo, la Met Gala.

“No hay entradas. Solo invitaciones. Y ni siquiera pagando entras. Hay que ser alguien. Me obsesiona. Porque nadie sabe qué pasa ahí dentro. No hay fotos. No hay vídeos. Solo una alfombra roja y luego… el misterio”.

Cuando se acabe, sabrá que estuvo allí

Scofield no quiere enseñar cómo colarse. Ni hacer vídeos explicativos. Ni escribir un manifiesto. Porque si todos lo hicieran, el juego se rompería. Él ya sabe que esta etapa tiene fecha de caducidad. Que en unos años, entre el blockchain y los chips, ni la mejor actitud podrá atravesar un torno. Y por eso va ahora. Porque puede. Porque aún se puede.

No cuelga nada. No presume. No deja huella. Y sin embargo, vive más que muchos con pase VIP. Lo suyo no va de burlar a nadie. Va de probarse a sí mismo que sigue siendo capaz de entrar en sitios donde solo debería haber puertas cerradas. Eso es lo que le pone. Eso es lo que busca. Y si un día se acaba… al menos sabrá que lo vivió sin pedir permiso.

Juegos Olímpicos de 2024
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