El emblemático Born abre sus puertas convertido en espacio polivalente
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«Roda el món i torna al Born» («Recorre el mundo y regresa al Born»), se dice en Barcelona; y es que el peso histórico de este enclave es único en la ciudad. Testigo de algunas de las páginas más negras del pasado barcelonés, incluyendo el feroz asedio de las tropas borbónicas, ofrece una visión viva de cómo se vivía en Barcelona a principios del siglo XVIII.
En cuanto a espacios disponibles para eventos, está La Sala Moragues, un espacio polivalente de unos 350m2 y con capacidad para 280 pax que combina graderías telescópicas, escenario modulable, iluminación por sectores y sistemas de oscurecimiento cenital y lateral, entre otros. Entre sus elementos permanentes, la sala dispone de un piano de cola.
Técnicamente, el espacio está equipado con una cabina de interpretación simultánea, una pantalla motorizada de 6×3,45m, proyector, megafonía y cabina de control audiovisual. La sala está climatizada y equipada con cortinas para regular la entrada de luz exterior.
Otro espacio para eventos es el Comercial 5, una pequeña sala-auditorio con una capacidad para unas 80 personas. El espacio está situado en la primera planta y se estructura en dos niveles: una tarima elevada de madera con escaleras a ambos lados que hace de escenario, y el nivel inferior, donde se pueden colocar las sillas para el público en la forma y la disposición que más se adecue a cada acto. La sala está equipada con dos pantallas, dos proyectores y equipo de megafonía.
Un yacimiento arqueológico de primer orden
El Born ofrece una visión única de cómo era la vida en la Barcelona de principios del s.XVIII, además de la historia militar de la zona, e incluye exposiciones permanentes e itinerantes, además de un espacio gastronómico que gestiona Moritz y una librería de la cooperativa de literatura independiente Bestiari.
El yacimiento arqueológico, que quedó enterrado por el moderno mercado del Born, una estructura de hierro forjado que funcionó hasta hace 40 años, queda bajo los pies de los visitantes. Estos pueden así caminar por las mismas calles por las que el frente de las tropas barcelonesas cayeron el 11 de septiembre de 1714, perdiendo todos sus derechos históricos.
