Ha abierto el primer restaurante pop-up de comida impresa en 3D… y lo ha hecho en Lérida
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Los primeros en vivir la experiencia que ofrece FoodInk, el londinense y autoproclamado primer restaurante de impresión 3D del planeta, fueron los leridanos. Mesas, platos y cubiertos, además de la comida, fueron impresos en 3D, y la minuta no ha sido barata, si como publica El Confidencial, el falso caviar costó la friolera de 180 euros. Los muy aficionados a probarlo todo, treinta personas en concreto, pudieron hacerlo la semana pasada en tres cenas exclusivas a las afueras del pequeño pueblo de Bellvís, Lérida.
Minipizzas de boletus edulis, terrina de foi, paletillas de cabrito al vino tinto y puré de patata ratte fueron algunas de las deliciosas impresiones de los chefs a los mandos de los ordenadores e impresoras con los que diseñaron, crearon, y ejecutaron la comida. Al mando, el chef Mateu Blanch, que ya había probado las bondades de la tecnología aplicada a la cocina en el evento 3D Print Show celebrado en Madrid el año pasado, donde descubrió la fantástica capacidad de jugar con texturas y volúmenes en elaboraciones imposibles de realizar por la mano humana.
Dos tendencias que no parecen nada efímeras, las acciones pop-ups y la impresión 3D, parecen destinadas a entenderse.
