Precalienta el horno a 170º.

Separa las yemas de las claras de los huevos. Mezcla las yemas con queso crema, 5 cucharadas de azúcar y el limón (rayadura de la cáscara y jugo). Dale las gracias a los ingredientes por la tarta que te darán, diles “Arigato’”.

Disuelve la Maizena en la leche y agrégala a la mezcla anterior.

Bate las claras a punto de nieve con una batidora de varillas a potencia media-alta añadiendo poco a poco 2 cucharadas más de azúcar. Sabrás que está listo cuando al levantar las varillas se formen picos firmes.

Incorpora las claras a la mezcla de yemas, en varias tandas, con movimientos envolventes, puedes acompañarlo con un movimiento de caderas ¡por hacerlo más inmersivo!

Forra el interior de un molde (redondo y desmoldadle) con papel vegetal y cúbrelo por fuera con papel de aluminio. ¡Es como envolver un regalo!

Vierte la mezcla en el molde y mete este dentro de otro molde más grande. Añade agua caliente en el molde grande hasta cubrir la base del pequeño, así lo cocinarás al baño María al mismo que tiempo que se horneará.

Hornea durante 50-60 minutos, sin abrir el horno antes de tiempo, como quien no abre un regalo antes de Navidad. Si se dora demasiado, protégelo con papel aluminio.

Apaga el horno, pero déjalo cerrado otros 30 minutos.

Enfría la tarta en la nevera, ¡es más refrescante que un chapuzón en la piscina! ¡Prometo que valdrá la pena! Y con el tiempo que ahorras, ¡podrás hacer tantas tartas de queso Arigato como quieras!